viernes, 7 de agosto de 2020

Nadie conoce a nadie


Nadie conoce a nadie realmente. 

Cada cual intuye pequeños retazos de los demás, a través de los cuales quizá intente construir un retrato coherente de cada uno de los otros y de los que tiene cada uno sobre sí mismo. 

Cada uno formaría así un retrato diferente de cada uno de los demás.

Coincidirían en algo con lo que los demás piensan y disentirían en la mayor parte. 

Se formarían una multiplicidad de retratos diferentes imposibles de determinar. 

Pero ni uno se conoce a sí mismo del todo, ni tan solo en algo de verdad certero, ni nadie le conoce a él tampoco. 

Nunca se han contado lo que sienten o piensan. Menos aún sus sueños y sus realidades vividas. Algún retazo de ellos se va conociendo indirectamente a través del tiempo lento y largo. Mediante un estado de ánimo, algún gesto, o unas palabras que aparentemente no vienen a cuento.

A veces temen que los demás sepan cómo son por dentro, que adivinen sus pensares y sentires, pues no es lo mismo cómo ellos son que cómo quieren ser y cómo lo aparentan. 

En tales situaciones intentan permanecer impasibles y herméticos para no dejar traslucir algún signo que les delate. Otras veces por el contrario, desean que los demás conozcan sus penas o sus sueños, pero no saben decirlo ni manifestarlo, ni con gestos ni con palabras. 

Intentan transmitir señales indicadoras de su estado, pero muy raras veces, ni en un caso ni en otro lo consiguen. Ambos resultados infructuosos les producen una cierta desazón.

El conocimiento de los demás se confunde a veces con el temor o el deseo. El temor de que sea de una manera que no nos guste, por el cual se va a ir generando un cierto odio, o el deseo de que sea como queremos, de donde va a crecer mayor aprecio. 

Otras veces, el conocimiento que creen tener de los demás viene dado desde fuera, por el poder de la etiqueta puesta por el otro.

Lo que más quiere el hijo es que le conozcan.

Está deseando contar su vida, alegrías y tristezas, éxitos y fracasos, lo que siente y lo que piensa, más lo que sufrió que lo que disfrutó. 

Pero en muy raras ocasiones ha podido hacerlo, no tiene recursos, hay muchos muros que se lo impiden, aunque lleve muchos años luchando contra esa rémora.

Pero más que le conozcan, lo que más añora el hijo es que le quieran, que le admiren, que le reconozcan, que le valoren. 

De verdad quiere que le conozcan con este objetivo. El conocimiento de él es el medio que él busca para que le reconozcan, allí donde se halle. Que no sea un desconocido. Quiere que todos sepan que es una persona.


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