domingo, 17 de marzo de 2024

DESARRAIGO



DESARRAIGO - no tener raíces - no tener historia compartida - ni vivencias - ni experiencias - ni emociones -   

 

Desarraigado, viene a significar no tener raíces, tenerlas muy débiles o tener pocas. Unas raíces que no han crecido lo suficiente agarrándose con fuerza a la tierra. 

Cuanto más fuertes sean esas raíces, más “arraigadas”, -agarradas con fuerza- estén en la tierra, más fuerte también será el tronco del árbol que de ellas crece. 

Y por consiguiente sus ramas y sus frutos. 

La falta de raíces, puede ser debido a que el terreno donde nació es árido, le falta el abono correspondiente para crecer. Puede ser, porque el terreno es arenoso, o baldío, seco. 

O no tiene otra vegetación cerca, es escasa, con lo cual tampoco favorece su crecimiento, más bien lo empobrece. 


Todo este sintético prologo debe referirse metafóricamente al ser humano, hombre o mujer. 

Alguien desarraigado es que no tiene lazos afectivos fuertes con sus ancestros, familiares, padres o hermanos, amigos, o con su pueblo o su tierra por motivos diversos puede ser. 

Porque esos lazos afectivos son muy débiles, quizá porque sus familiares no los cuidaron excesivamente. 

Quizá por ser demasiado pronto destetado, figúrese no un destete real, sino metafórico nuevamente. 

Y aprovechamos para decir que la mayoría de las cosas que hacemos los humanos son de origen metafórico o simbólico, no con el significado aparente con el que se manifiestan. 


Esto merecerá otro escrito aparte para su debida explicación. 


Volvamos ahora al destete o desarraigo que estábamos tratando. Ese destete puede ser el hecho de haber sido arrancado prematuramente de sus allegados. 

Porque ha sido enviado a trabajar o estudiar fuera de su ámbito familiar a una ciudad lejana. 

En este caso, sus familiares, amigos, barrio, pueblo o tierra donde nació van quedando en el olvido poco a poco, aunque sus lazos fueran fuertes y estrechos en un principio. 

Pero esos lazos para que pervivan y se mantengan hay que alimentarlos, aunque sea en la distancia. ¿Cómo?  

Con recuerdos, visitas, o acontecimientos que ayuden a que la llama primaria no se vaya apagando. 

Aparte de las costumbres más o menos cerradas que tenga el lugar de nacimiento, las convivencias, las aventuras compartidas que unen y sellan el cuerpo y la vida, debería haber también una historia compartida, saber de dónde venimos para decidir dónde queremos llegar consecuentemente, más allá de un proyecto estrecho que se circunscribe a la familia, el ámbito local, o al patrioterismo mal sentido. 


Debemos tener una historia también enraizada, arraigada, para poder sobrevivir o que la vida tenga un sentido más sublime. 

Si ninguna de estas referencias se da, son escasas o flojas, acabará pereciendo más pronto o más tarde sin pena ni gloria. Imagínese además que el vástago que fue sacado de su tierra en una época temprana, aunque la echara de menos en los primeros tiempos, se sintiera desolado, huérfano, sin nadie que mantenga sus lazos emocionales vivos, de algún modo tiene que seguir viviendo más allá de la añoranza. 


/ Un ser solitario, introvertido, que vive hacia adentro, inhibido, sin coraje, patológicamente tímido, sin arrestos para enfrentarse al mundo, sin capacidad para hacer amigos y generar otras historias compartidas, no tiene más remedio que aprender a vivir de otra manera. El desarraigo y la soledad precisamente pueden inclinarlo a ello, sino moriría o sería igual a los demás, a lo perdido, a lo añorado, a lo que se mama en el ambiente. Sería un ser que solo vive en la nostalgia de lo perdido. / 


Ese ser, tiene que ir haciéndose de nuevo, o tiene que hacer un nuevo ser dentro de sí, con otros lazos y motivaciones distintas. Puede desarrollar otra cultura distinta a la que se asentaba en el lugar donde nació y le fue inculcada.

Ha tenido que desaprender su historia concebida y aprender otra distinta, por su propia decisión o porque la nueva vida le ha llevado a ello. 

Ha desarrollado otra vida otros pensamientos, otra psicología distinta también. 

Sus estudios, sus curiosidades, sus motivaciones e intereses han ido construyéndose de otra manera, a la vez que se fue deconstruyendo lo mamado en la vieja casa u hogar. 

Puede haber llegado a la conclusión que los afectos y arraigos son dañinos, al menos esos donde nació. 

Uno o una, ha de ser libre, sin ataduras, sin patria, proyectarse más allá, hacia un espacio más amplio, la tierra, la humanidad entera, no atarse al estrecho campo de la familia, el pueblo, la religión. 

La historia de la humanidad forma parte de la historia de la vida, no se restringe a unos seres determinados, ni a lugares concretos.

Es búsqueda, utopía, aventura. Ser y estar en todo el mundo a la vez y en ninguno en concreto.

sábado, 2 de marzo de 2024

LA BELLEZA



LA BELLEZA 


No puedo comprender como muchas personas piensan que algo es bello, cuando a mí me parece feo. 

Y a la inversa, lo que ellas tildan de feo cuando para mí es bello. 

No puedo comprender cómo algo que a mi parece hermoso a otros les parece horroroso.


¿Formas distintas de ver, de sentir, de interpretar, de pensar? 

¿Esquemas mentales, para unos cuadrados, redondos para otros? ¿Distintos modelos, distintos cánones? 

¿Distintas experiencias, distintas categorías, distintas emociones? ¿Distinta vida, distintas concepciones de las cosas?


Todas esas circunstancias y elementos envuelven a la definición de belleza y de fealdad.

Debiéramos mirarnos en el espejo -preguntarme si lo que vemos, es feo o bello- y preguntar a los demás qué ven en ese espejo si belleza o fealdad. 

Entre todos quizá lleguemos a un acuerdo, aunque no tengamos los mismos cristales para mirar y ver. 

O, quizá no lleguemos nunca al acuerdo. 

Pero, de algún modo, hay que aceptar lo que opine la mayoría. 

Al menos es una referencia a tener en cuenta. 

Y si yo opino lo contrario, debo aportar razones de peso. 

En caso contrario, debo aceptar que soy distinto, para lo bueno y para lo malo. 

Yo debo aceptar que no tengo razón o que soy un genio, un loco, algo raro al menos, avanzado o retrasado, pero no normal, no corriente, alguien al que no entiende nadie.

Belleza o fealdad se rigen por medidas, armonías, equilibrios equidades, o también lo contrario, por distorsiones que provocan sobresaltos y admiración.

 

La belleza puede residir en ojos que hieren, u ojos que inundan de templanza. En montañas inalcanzables, o riscos que es necesario escalar. La belleza puede aparecer para superar los miedos que te amordazan. Para alcanzar una meta propuesta, así como el infinito. La belleza reposa en pérdidas olvidades en un baúl. La belleza se esconde en escondrijos que necesitamos encontrar y aventar


La belleza se vislumbra en emociones, risas, sueños, carencias, necesidades. La belleza, según esto, es algo inexplicable. 


Pero, sobre todo, la belleza se parapeta tras la sencillez, no en la ostentación, ni el lujo, ni la exageración, esta es más bien efectismo de lo fácil y altanero, el engaña bobos fraudulento, la llamada de atención gruesa.


La belleza también se vislumbra en la bondad. Aspectos raros y excepcionales en la sociedad actual o en todas las sociedades.

La belleza no es la moda ni la costumbre, ni la norma, ni la rutina, ni la riqueza, ni la tradición, aunque se apele a ello, para definir la belleza.


La belleza es austeridad, seriedad, pulcritud, templanza, susurro, niñez, infancia, ingenuidad.


La belleza y la fealdad deben ser vistas de muchas maneras. Aprender a verlas con otras emociones, con otras perspectivas. Con otras pasiones y compasiones. 

Belleza y fealdad se trastocan, una se esconde en la otra, la otra usurpa la una. Ambas a veces son la misma. A veces se baten a espada, otras veces se abrazan.


Las personas mismas han de cultivar la belleza, que aparte de cultivar su salud física y mental, está más concretamente en cultivar su amabilidad, su bondad, su empatía, su sencillez. 

La belleza reside en lo creativo, en lo que uno hace por sí mismo, día a día, de lo que nace de su alma y de su trabajo elaborado con pasión y con -equivocaciones- 


La belleza es aquello que nos transporta que crea conexiones cerebrales nuevas, mundos nuevos a los que huir, en los que refugiarse, en los que perderse y aventurarse.