Sufrió una gran pena cuando se dio cuenta.
Su madre no le había abrazado.
Tardó
en aceptarlo.
Al
principio ni siquiera quiso darse por enterado.
Le
daba miedo saber aquello.
Hay
muchas cosas que da miedo saber.
Por
eso preferimos sentir miedo de no saber, quedarse en la antesala del saber.
Nos
da miedo cruzar la puerta porque al otro lado está la luz.
Preferimos
sufrir en la oscuridad tiritando de miedo.
Una
nube flotando en el aire se lo venía susurrando en la cara.
Pero
él solo veía la nube, no oía su susurro no sentía su roce.
Los
mitos han de revelarse a retazos, poco a poco, desvelando hoy una capa, mañana
otra.
Un
impacto repentino puede provocar un infarto, o una ceguera.
Las
creencias, asentadas allí adentro, en el tejido fibrilar de las entrañas, ¿Cómo
dejar de creerlas, si te han creado a ti?
Tú
eres un hijo suyo.
Trenzado
de escalofríos y temores, de sueños y pesadillas, de trozos de trapos.
Uno
se va haciendo a ratos y a trozos, sin conocer realmente de qué se va haciendo.
Nos
enseñan una foto y nos dicen: ese eres tú.
Al
principio la imagen de la foto nos sorprende, pero a fuerza de ver la foto, y
de oír que somos nosotros, la identificamos como yo, la damos nombre y cuerpo.
Desentrañar
esa foto se convierte después en una interminable tarea hasta la muerte.
Solo
llegamos a conocer trozos de los hilos con que fuimos hilvanados.
Nos
reconocemos como trapos deshilachados.
Somos
lo que no somos.
Somos
lo que no fuimos.
Lo
que nos define no es lo que tenemos, sino, lo que no nos dieron.
No
lo que tenemos sino lo que echamos en falta.
Trashumantes,
deambulantes, perseguidores.
No
somos lo que vivimos sino lo que soñamos.
Buscar
el abrazo, el calor, la mirada, la escucha, la sonrisa.
Buscar
lo no que no tenemos, lo que no tuvimos.
Las
carencias han marcado el alma.
No
la marcó el dedo que se posó en ella.
La
hirió el dedo que nunca la tocó.
Buscar
a la madre en todas las mujeres.
Buscar
el cariño y el sexo sin distinción.
Buscar
el pecho del que mamar y el deleite.
Buscar
el reconocimiento y el éxtasis.
Buscar
un cuerpo de mujer por el que navegar eternamente.
Un
mar que nos arrulle.
Un
color del paisaje.
Pasear por el paisaje.
En
el que recostarse, en el que beber agua, en el que reír y llorar:
Buscar
un cuerpo que ría en el nuestro, un cuerpo con el que llorar, estremeciéndonos,
palpitándonos, quemándonos, resucitándonos.
Buscar
un cuerpo compartido.
Un
yo en él, un él en mí.
Buscar
la calidez escalofriante.
Buscar
la protección y el vértigo de la pérdida.
Buscar
morir queriendo para nacer resucitado.
Demasiado
tarde ya para encontrar nada.
Es
ya muy noche.
Está
excesivamente oscuro.
Extrañamente
oscuro el cuerpo.
Sin
perfiles.
Morir
buscando.
Morir
sin encontrar.
Morir
por no encontrar.
Irse resignadamente, como la madre que no nos dio el abrazo, sin nada que perder porque nada tuvimos.
¡Qué desesperante la espera!
¡Mirando
siempre a ver si alguien nos mira!
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