martes, 25 de agosto de 2020

NUBES

 

La nube es extraña y engañosa. 

Seduce y hechiza.

Puede ser liviana o pesada, blanca o negra.

Si liviana, muta constantemente sin notarlo, sus hilos sueltos van formando una sábana de seda blanca, que camina por el cielo sin rumbo.

Si pesada, se mantiene densa como un telón oscuro que nubla la luz, puede quebrarse, llorar y gritar hasta agotarse.

Los seres somos nubes. Indecisos muchas veces, temerosos otras tantas.

De la indefinición nace la locura. De la explosión la calma.

Y vuelta a empezar: humo, vapor, nube, nubarrón, tormenta, trueno y relámpago, lluvia, siembra y sol.

Volar para sufrir y morir. Caminar para ser. Para caer como la lluvia, para crecer como la nube.

La nube se hace piedra cuando se condensa.

La piedra se diluye y se hace nube cuando se ablanda.

Aquí puedes ver más fotos de nubes






martes, 18 de agosto de 2020

DIOS

 


DIOS

Un día Yo cree a dios.

Nació de un extertor.

De algo que brotó de mi interior como un vómito.

Poco tiempo después,

 Empecé a construirle un altar, escribirle una religión, dictarle unas leyes.

Prediqué sus bondades a todo el que me encontraba y al que yo buscaba para ello.

Así, fundé una iglesia, repartí rosarios, impuse escapularios hasta no caber en el templo.

Cuando ya dios se vio en el cielo izado por mí, se erigió en dios todopoderoso, hizo suya la religión que yo inventé, los mandamientos que yo escribí, los discípulos que yo recaudé y el templo que construí.

Me señaló con su dedo acusador y me advirtió que era él el creador, no yo.

Me desterró y convirtió en demonio, ángel caído en desgracia, el lado oscuro de la vida, la temible amenaza.

Temía dios que si yo le había hecho, también podría deshacerle. 

Se hizo implacable contra quien no le adorase, destructor y vengativo.

Una vez encumbrado dios ¿Quién podría quitarle ya de sus cielos?

Los adictos se multiplican día a día solo por mentar su nombre. Necesitan a dios también. 

Cuando el hombre atisba su pequeñez desea ser grande.

Busca amos a los que servir para así parecer grande y sentirse protegido.

Cuando no los encuentra se los inventa.

La magia y los mitos crecen como torrentes.

Todos queremos ser dioses.

Creamos a dios a nuestra imagen y semejanza,  según nuestros deseos y sueños.

Creamos a dios para ser admirados, alabados, rezados, ensalzados, para que nos coloquen en un altar, para que sacrifiquen inocentes a nuestra gloria, para que nos celebren misas, rosarios, procesiones, para que nos suban a los cielos por los siglos de los siglos, amén.

Es imposible desprenderse ya de tanta codicia y lujuria.

Crear a dios es buscarse a sí mismo en un lodazal.

miércoles, 12 de agosto de 2020

EL PUEBLO

 


EL PUEBLO

 


Un punto invisible en el mapa del mundo. Un lugar sin nombre, mudo y ciego para el resto del planeta. Las casas de piedra y adobe se confunden con el cielo y el paisaje. Todo es gris. Oscuros los nubarrones, pardas las encinas, ocres las tierras, caquis los sembrados, deslucidas las casas, mugrientos los corrales, jaspeados los animales, ásperos los hombres.

Tan antiguo es el pueblo que dios aún no había inventado los colores o el ojo humano no había aprendido a verlos. O son luces o sombras, claros u oscuros, nunca un término medio.

La luz se come los colores. En verano la luz ciega y el sol aplasta. Agosto es plomo refulgente, pesado, sofocante y cegador. Cielo y tierra se funden y confunden en la claridad. Es difícil encontrar los matices y los tonos. Una tormenta o un nublado transforman en pocos minutos la luz en tinieblas; el chirriante canto de las cigarras, en estruendosos y quebrados truenos resquebrajando el cielo.

En invierno todo es lóbrego. Asolado y frío. La niebla lo llena de misterio y temor, difuminando el horizonte, confundiendo casas y hombres. Enero muestra las tierras y los regatos helados, los carámbanos colgando de los tejados, las fuentes como piedras, solidificadas. Los hombres se arrastran envueltos en mantas a ver el cacho tierra o echar un ojo a los animales. Las mujeres casi no salen de casa. Los muchachos con los mocos verdes colgando y los calzones rotos, engarañados, morada la cara, llenas de pupas las rodillas, sin poder hacer el guevo con los dedos, no paran de jugar a lo que sea.

Tanto en invierno como en verano se mira al cielo con respeto y desconfianza. Siempre permanece latente una amenaza que puede estallar en el momento menos pensado, unas veces porque la lluvia no aparece y la cebada peligra, otras porque lo anega todo y arrastra con la parva.

No es amable el paisaje ni mucho menos. Pero al que es de allí le gusta, incluso algún forastero puede  encontrarle su lado exótico y atractivo. El terreno es pedregoso, agreste y agresivo, abrupto, árido, áspero y seco. El cierzo aúlla, golpea y corta la sangre. En las tierras crecen cardos y yerbajos. Sin montañas bonitas, sin verdes prados, sin frescos cobijos. Tierras, piedras, cardos y ortigas se confunden.  

El paisaje es un rostro que lo cubre todo como un manto. Amenazador, serio, cetrino, austero, sin adornos, apenado, agresivo, impasible, protector.

Cada rostro es un paisaje. Hombres y mujeres, jóvenes y viejos, padres y abuelos están marcados. Unos te quitan lo que tienes, otros lo que no tienen te dan. Pueden ser un páramo o un huerto, como un barranco o como una pradera, una tarde de lluvia o una mañana soleada, una sombra acogedora y refrescante o un sol sofocante. Suave y delicado o abrupto.

Los rostros forman parte del paisaje, viven camuflados con la tierra, no se distinguen, son polvo y simiente de ella. El mismo tono pardo, la actitud defensiva y desconfiada, el rostro con surcos quebrados, los dedos como sarmientos, la piel de lija, como una muralla, áspera como la piedra y agreste como la encina, curtida para que choque el cierzo y se quiebre la espina.

Huraños, toscos, áridos, parcos, yermos.  Monótona y agobiante, la templanza estalla repentinamente cansada de estar retenida. La calma en volcán se convierte.

Sin dejarse ver, escondida, yace la piel musgosa, tímida y precavida la dulzura, sin derroche la cálida ternura, la ciega mirada protectora más allá de la luz y de la sombra. Al calor de la lumbre en invierno, con agua fresca en verano bajo el chopo.

 Así son los días y las noches, las estaciones, el tiempo y los habitantes. Paisaje, clima y seres vivientes conforman la geografía.

De pana llena de remiendos visten los hombres, con albarcas y gorras o sombreros, de fieltro en el invierno y de paja en el verano. Trabajan en el campo, tienen algún animal que otro, unos para la ayuda de las faenas agrícolas: vacas o mulas y también caballos y burros. Y otros también para la alimentación anual o para la venta y sacar con ellos algunas perras: marranos, cabras, ovejas, vacas. Por la noche se acercan a la taberna a echar un chato de vino, una partida de cartas o ver al personal, los domingos también van al café. No suelen ser de misa los más, aunque el cura les amenace con males terribles en esta vida y en la otra. Suelen decir: --a misa no voy porque estoy cojo, a la taberna voy poquito a poco.

De negro las mujeres de arriba abajo y de abajo arriba. Las sayas por debajo de las rodillas. Medias de lana, alpargatas. Debajo las enaguas y el refajo.  Por encima la toquilla hecha por ellas mismas igual que los calcetines, los jerséis, las bufandas, los pasamontañas de los hombres, maridos, hijos o nietos, o hermanos también. A la cabeza la cubre el pañuelo anudado bajo la barbilla. Trajinan en casa y fuera de ella con los animales y en el campo. Los domingos van a misa cogidas del brazo, entre diario algún día al rosario o la novena. Temen a Dios y al cura y salen por el pueblo dando un paseo remudadas y lavadas, luciéndose ante los mozos si son mozas, si están casadas ya lo tienen prohibido.

En este rincón del mundo, las influencias externas son mínimas. Las costumbres perduran por los siglos de los siglos. Deben ser muy parecidas a quinientos o mil años antes, ¡sábete dios! Ignoramos si por allí pasaron los romanos. Seguro que anduvieron cerca, rastreando todo en busca de riquezas que llevarse. También llegaron por la mismas razones o parecidas, unos por avaros y otros por hambrientos, los visigodos, los moros y los judíos. Por los apellidos y los rostros que indican cierto parecido se sabe. Y repobladores de otras regiones que buscan donde asentarse donde haya algo de tierra, agua y algo para trabajar.

La iglesia católica apostólica y romana sí que llegó y se estableció como en todos los rincones del planeta por escondidos que estuvieran. Y como en todos los lugares, ha sido quien ha determinado lo que se podía saber y lo que no, las maneras, las creencias, las costumbres y las fiestas. Allí también se apareció una virgen a un pastor en un carrasco y la hicieron la reina del pueblo a quien adorar.

Durante todos esos años lo único nuevo que ha entrado en el pueblo ha sido el cura. El era el emisario de la iglesia católica y a través de él se sembraba su moral, metiéndola a hachazos, amenazas y miedos en las carnes de las gentes.

Hasta hace poco, a este pueblo sólo llegaban arrieros de otros pueblos vendiendo y comprando y solo salían de el también arrieros. Viven recorriendo las diferentes comarcas de la región, comprando en unos lugares los productos que les sobran y vendiéndolos más caros donde hacen falta, ganándose unas perras en el trueque. Quizá también entren y salgan alguna gente de mando y de letras, el cura, el médico y los maestros, aparte de algún otro que se dedicara a algún negocio siempre desconocido. 

La mayoría de sus habitantes nunca salieron del pueblo, menos aún las mujeres. Allí nacían y allí morían, fuera no se les había perdido nada, a no ser que fuera alguna pendona.  Pero el cacho tierra, quien la tenía, no daba pa llenar tantas bocas, familias numerosas la mayoría, con muchos hijos que dios daba porque nadie conocía otro remedio y porque se necesitaban para trabajar. Así que, la miseria y el hambre echaron a muchos parroquianos fuera, hombres y mujeres jóvenes, a buscarse la vida más decente en otras tierras, las américas, Tucumán era el sitio elegido, donde se contaba que allí se vivía mejor trabajando menos, con la caña de azúcar. En esta tierra y este país ya no quedaba nada que llevarse a la boca.

Otros forasteros más pobres aún que visitan el pueblo son los quinquilleros, gitanos o húngaros también les llaman. Gentes en familia, hombres y mujeres viejos y más jóvenes, niños y niñas también, sucios y harapientos todos. Van de pueblo en pueblo con sus carromatos en los que viven y duermen, arreglando cazuelas y pucheros, poniendo una laña aquí otra allí, tapando  una brecha por donde se iba el caldo del cocido. Gentes despreciadas a las que tildan de trúhanes y ladrones.

El pueblo es una comunidad pequeña. En el comienzo de esta historia, mediados los años de mil novecientos, rondaba los mil quinientos habitantes. Todos se conocen. Más por motes y apodos que por los nombres que les asignaron en la pila del bautismo. Por diminutivos, aumentativos, despectivos o gentilicios. Más por sus propios rasgos, sus peculiaridades, sus defectos, alguna ocurrencia oportuna, algún disparate que desborda la regla. El mote indica algo de esta peculiaridad. Su ocurrencia o disparate le llega a sobrepasar en el tiempo a su autor, perdiéndose en el olvido su nombre propio. Todos le conocen por ello, se lo transmiten de unos a otros, incluso de generación en generación. No existen periódicos ni radio, las noticias se transmiten de boca en boca en los corrales, en las tabernas o en el transcurso de las faenas diarias. El entorno en el que se mueven es el mismo, el trabajo, las fiestas y los entierros también.

Los lazos que se generan entre los convecinos son muy fuertes. Se marcan a sangre y fuego en sus carnes, en su estómago y en su corazón, en sus frustraciones y en sus sueños, para lo bueno y para lo malo. Son todos hermanos, todos amigos, todos contrincantes, todos caínes y abeles. Luchan entre ellos por ser el mejor. Se admiran y se odian. Comparten las mismas vivencias, las mismas emociones, los mismos sufrimientos, a veces la misma leche y madre sin haberlos parido realmente. Han aprendido a caminar juntos. Se han iniciado en el amor a la vez. Han disfrutado la misma borrachera y soportado la misma resaca. Utilizan el mismo lenguaje, palabras únicas y gestos comunes, que solo ellos saben descifrar. Celebran los bautizos y las bodas, lloran a los muertos.

Desatar esos lazos resulta muy difícil. Incluso, habiendo salido ya fuera de allí, viviendo en otros lugares, habiendo conocido otras rarezas, especializándose en otras profesiones, alcanzando altos puestos en la administración, emparejándose con amores de otras tierras. Todos regresan a menudo, siguen los mismos rituales, encierran los mismos secretos. Lo de fuera no cala en ellos. Fuera, buscan a los de su pueblo, visitan el mismo bar de otro paisano, se repiten una y mil veces los mismos dichos del tío tal o del tío cual. En las fiestas no saben qué hacer en la capital, una tremenda soledad y desasosiego les enerva únicamente superable acercándose a su pueblo.

Su pueblo es el mejor en todo de todos los pueblos. Su tierra y su país la mejor del mundo entero. Su miseria, la mejor miseria. Otros pueblos y países están llenos de virtudes que a sus ojos son defectos. Sus propios defectos para ellos son virtudes.

 

DESABRAZADO

 

Sufrió una gran pena cuando se dio cuenta.

Su madre no le había abrazado.

 

Tardó en aceptarlo.

Al principio ni siquiera quiso darse por enterado.

Le daba miedo saber aquello.

Hay muchas cosas que da miedo saber.

Por eso preferimos sentir miedo de no saber, quedarse en la antesala del saber.

Nos da miedo cruzar la puerta porque al otro lado está la luz.

Preferimos sufrir en la oscuridad tiritando de miedo.

 

Una nube flotando en el aire se lo venía susurrando en la cara.

Pero él solo veía la nube, no oía su susurro no sentía su roce.

 

Los mitos han de revelarse a retazos, poco a poco, desvelando hoy una capa, mañana otra.

Un impacto repentino puede provocar un infarto, o una ceguera.

Las creencias, asentadas allí adentro, en el tejido fibrilar de las entrañas, ¿Cómo dejar de creerlas, si te han creado a ti?

Tú eres un hijo suyo.

 

Trenzado de escalofríos y temores, de sueños y pesadillas, de trozos de trapos.

Uno se va haciendo a ratos y a trozos, sin conocer realmente de qué se va haciendo.

 

Nos enseñan una foto y nos dicen: ese eres tú.

Al principio la imagen de la foto nos sorprende, pero a fuerza de ver la foto, y de oír que somos nosotros, la identificamos como yo, la damos nombre y cuerpo.

Desentrañar esa foto se convierte después en una interminable tarea hasta la muerte.

 

Solo llegamos a conocer trozos de los hilos con que fuimos hilvanados.

Nos reconocemos como trapos deshilachados.

 

Somos lo que no somos.

Somos lo que no fuimos.

Lo que nos define no es lo que tenemos, sino, lo que no nos dieron. 

No lo que tenemos sino lo que echamos en falta.

 

Trashumantes, deambulantes, perseguidores.

 

No somos lo que vivimos sino lo que soñamos.

 

Buscar el abrazo, el calor, la mirada, la escucha, la sonrisa.

Buscar lo no que no tenemos, lo que no tuvimos.

Las carencias han marcado el alma.

No la marcó el dedo que se posó en ella.

La hirió el dedo que nunca la tocó.

 

Buscar a la madre en todas las mujeres.

Buscar el cariño y el sexo sin distinción.

Buscar el pecho del que mamar y el deleite.

Buscar el reconocimiento y el éxtasis. 

Buscar un cuerpo de mujer por el que navegar eternamente.

Un mar que nos arrulle.

Un color del paisaje.

Pasear por el paisaje.


En el que recostarse, en el que beber agua, en el que reír y llorar:

 

Buscar un cuerpo que ría en el nuestro, un cuerpo con el que llorar, estremeciéndonos, palpitándonos, quemándonos, resucitándonos.

 

Buscar un cuerpo compartido.

Un yo en él, un él en mí.

Buscar la calidez escalofriante.

Buscar la protección y el vértigo de la pérdida.

Buscar morir queriendo para nacer resucitado.

 

Demasiado tarde ya para encontrar nada.

Es ya muy noche.

Está excesivamente oscuro.

Extrañamente oscuro el cuerpo.

Sin perfiles.

 

Morir buscando.

Morir sin encontrar.

Morir por no encontrar.

Irse resignadamente, como la madre que no nos dio el abrazo, sin nada que perder porque nada tuvimos.

¡Qué desesperante la espera!

¡Mirando siempre a ver si alguien nos mira!

 

 

 

 

 

viernes, 7 de agosto de 2020

Nadie conoce a nadie


Nadie conoce a nadie realmente. 

Cada cual intuye pequeños retazos de los demás, a través de los cuales quizá intente construir un retrato coherente de cada uno de los otros y de los que tiene cada uno sobre sí mismo. 

Cada uno formaría así un retrato diferente de cada uno de los demás.

Coincidirían en algo con lo que los demás piensan y disentirían en la mayor parte. 

Se formarían una multiplicidad de retratos diferentes imposibles de determinar. 

Pero ni uno se conoce a sí mismo del todo, ni tan solo en algo de verdad certero, ni nadie le conoce a él tampoco. 

Nunca se han contado lo que sienten o piensan. Menos aún sus sueños y sus realidades vividas. Algún retazo de ellos se va conociendo indirectamente a través del tiempo lento y largo. Mediante un estado de ánimo, algún gesto, o unas palabras que aparentemente no vienen a cuento.

A veces temen que los demás sepan cómo son por dentro, que adivinen sus pensares y sentires, pues no es lo mismo cómo ellos son que cómo quieren ser y cómo lo aparentan. 

En tales situaciones intentan permanecer impasibles y herméticos para no dejar traslucir algún signo que les delate. Otras veces por el contrario, desean que los demás conozcan sus penas o sus sueños, pero no saben decirlo ni manifestarlo, ni con gestos ni con palabras. 

Intentan transmitir señales indicadoras de su estado, pero muy raras veces, ni en un caso ni en otro lo consiguen. Ambos resultados infructuosos les producen una cierta desazón.

El conocimiento de los demás se confunde a veces con el temor o el deseo. El temor de que sea de una manera que no nos guste, por el cual se va a ir generando un cierto odio, o el deseo de que sea como queremos, de donde va a crecer mayor aprecio. 

Otras veces, el conocimiento que creen tener de los demás viene dado desde fuera, por el poder de la etiqueta puesta por el otro.

Lo que más quiere el hijo es que le conozcan.

Está deseando contar su vida, alegrías y tristezas, éxitos y fracasos, lo que siente y lo que piensa, más lo que sufrió que lo que disfrutó. 

Pero en muy raras ocasiones ha podido hacerlo, no tiene recursos, hay muchos muros que se lo impiden, aunque lleve muchos años luchando contra esa rémora.

Pero más que le conozcan, lo que más añora el hijo es que le quieran, que le admiren, que le reconozcan, que le valoren. 

De verdad quiere que le conozcan con este objetivo. El conocimiento de él es el medio que él busca para que le reconozcan, allí donde se halle. Que no sea un desconocido. Quiere que todos sepan que es una persona.


miércoles, 20 de mayo de 2020

LAS MASAS


Las masas 
Joaquín Benito Vallejo


La masa es una unión apelmazada de elementos, formando un cuerpo compacto, informe, sin forma, indistinguibles los elementos que la  componen. 
La masa humana también es eso.

¿ Qué es lo que definimos o llamamos masa humana?

Quizá lo más característico de la masa es ser una agrupación de individuos. Al "amasarse" pierden su cualidad de elementos aislados y brota manifiestamente aquello que de común tienen esos elementos: lo instintivo, ancestral, reptiliano, lo oculto. Aislado, el individuo no tiene ninguna importancia, no sirven para nada, en masa forman un explosivo. Su actuación como masa es diferente a la de ser individuo. En la masa se concentran y condensan las características de los individuos aislados. Al condensarse más, tiene más posibilidades de explotar y la explosión es mayor, mucho más grave. Un individuo aislado, no tiene ningún poder prácticamente.  La masa, por el contrario, despliega un gran poder. Las reacciones en un individuo son muy limitadas, las reacciones de la masa pueden causar estragos.

La masa es una plaga. Una jauría.

Las masas son el común de la gente. La mayoría de la población. Y se les define, por lo que hacen. Porque esta gente hace una serie de cosas comunes. Y piensa de una manera parecida. Y se comportan de similar manera.

¿Y qué cosas hacen? ¿Y qué piensan? ¿Cómo se comportan?
Son los que hacen lo “normal”. Lo que “dios”, manda. Los que tienen el “sentido común”. Quienes siguen las reglas y normas establecidas.
Los que se erigen en policías o porteros de ese estado en cuanto tienen la oportunidad.
Los que se toman la justicia por su mano. Exclaman: ¡esto lo arreglaba yo en un chispazo!
Les dicen a los demás lo que hay que hacer según venga el caso.
Ejemplifican la domesticación, la corrección, el buen comportamiento, la uniformidad.
La oveja que no se sale del redil, pero que a la vez es “más papista que el papa”. Imita o quiere seguir tanto a su líder que parece ser más que él por lo que dice o quiere hacer.
El más autoritario, el más fascista. Como podemos ver, todas estas características no tienen ningún valor en un elemento o individuo aislado. Cuando lo tienen realmente es cuando se convierten en masa y explotan.

¿Y por qué, estos individuos son así?
Porque en el fondo no son nada. No tienen ningún valor en sí mismos. Carecen de identidad propia, dependen de los demás para ser ellos mismos. No se han realizado como personas humanas, como seres humanos únicos con sus propios valores y características.
Sus capacidades y potencialidades no han tenido la oportunidad de desarrollarse.
Una de las necesidades humanas básicas -como la de todo ser vivo-, es ser autónomo, independiente, libre, no estar sometido a otro individuo o símbolo, material o psicológicamente.
(Somos dependientes unos de otros si, pero no esclavos ni afectiva ni materialmente)
Sus necesidades más esenciales como seres han sido reprimidas y castradas. 
Entonces, reaccionan, -de ahí viene la palabra reaccionario, que tiene un significado similar a fascista -obligar a otro realizar algo-. “Reacción” en psicología tiene el significado de defenderse visceralmente de algo que no existe, pero, el que lo hace, el que reacciona, se siente atacado por ello. ¿Y por qué se siente atacado?
Porque en el fondo de su alma, siente que no es nadie, que sus necesidades más esenciales como SER han sido cercenadas, ahogadas.
Él no es consciente de esto. Él se siente mal, amargado, cabreado, irascible, triste, incierto, no sabe por qué, pero su reacción más básica, es posicionarse contra los otros, sobre todo los que son distintos a él, porque proyecta sobre ellos su malestar, como si ellos fueran los culpables.
Los otros como individuos distintos se convierten en chivos expiatorios de sus desagracias.
El ser distinto es porque piensa o se comporta de modo diferente a lo habitual, a lo establecido.
Están sometidos psicológicamente a la autoridad y reaccionan contra los que sienten que son libres, siente que ellos son sus enemigos, cuando realmente desea ser como ellos, pero no lo puede admitir.

Practican la doble moral porque todos lo hacen, dicen. Y la hipocresía, y el cinismo, y la mentira y la justificación.
  
Quizá todo esto es un poco ambiguo.
¿Podíamos arriesgarnos a decir algo más concreto?

Quienes siguen sin más, las normas, las costumbres y las tradiciones establecidas por el grupo, la tribu, el pueblo, la nación, la cultura, la religión…, de una manera instintiva, visceral, sin pensar ni razonar. Y que después justifican sus conductas como algo lógico, razonable, normal, legal incluso. Asumen los tópicos, los clichés, los mitos, los dichos, las creencias ancestrales.
Tienen escasas facultades para pensar fuera de la norma y del grupo o de la secta de la que forman parte.
No piensan como un individuo aislado. Tienen una mente -o un pensamiento- previsible, esquemático.
Son un círculo cerrado -o una cabeza cuadrada- que cierra y encierra lo establecido.
No quiere decir solo que sean pobres y sin recursos económicos para acceder a estudios y una cultura superior, sino que los estudios y la cultura que obtienen se basan también en lo aceptado tradicionalmente. Luego, la masa es trasversal, es rica y pobre, aunque los ricos usen distintivos para demostrar que son ricos: coches, ropa, casa, etc., y quieran distinguirse siempre de los pobres por sus posesiones materiales no por sus desposesiones mentales, sus cabezas vacías.

No son seres realizados y por tanto, son seres frustrados. Han cubierto lo que se considera las necesidades básicas materiales.
No aspiran a más porque no saben que existan otras necesidades espirituales. No han adquirido una capacidad crítica con su cultura, ni sus estudios, tienen aprendizajes meramente "mecanicistas", que no hacen mella en el interior del espíritu. Acumulan datos como máquinas pero sus vivencias transformadoras son mínimas. Ejemplo claro de esto es el futbol: se saben todo de todos los jugadores, y de las jugadas, pero no saben nada de  nada, de qué político y qué partido roba a mansalva.

Esto nos lleva también a decir que tienen una estructura psicológica parecida basada en la educación tradicional. Y más aún en una educación domesticadora. Una educación que prepara al ser humano para trabajar y seguir la norma sin rechistar, asumiendo el papel que le ha tocado. Otra cosa más, esta educación fija al ser humano en una etapa primitiva de la existencia, el egocentrismo, en que la identidad personal queda fijada en la consanguinidad, la familia, la raza, la patria o la religión.
 No tienen identidad personal, sino identidad de grupo, bien sea la familia, la región, el equipo de futbol, el estado, la religión. Y esa "no identidad" es lo que les da seguridad y fuerza, porque su identidad está fuera de sí, en el grupo. Pertenecen a la manada. Solos como individuos no son nada. Por ello, todas sus fechorías son hechas en manada. Son tan "valientes", que necesitan escudarse, -y esconderse- en los demás.
 No se ha accedido a la dimensión transpersonal, no tiene apertura al mundo, no se identifican con la humanidad, no son planetarios ni mucho menos.
Esa personalidad se caracteriza por la frustración -inconsciente- de no haber desarrollado sus propias potencialidades, de estar atado de un modo psicoafectivo a los demás, dependiendo de ellos, no solo de su opinión sino de su ser.
No tienen capacidad crítica ni razonamiento lógico. Precisamente, porque su razonamiento está condicionado y tergiversado por su psicología, es decir, por su carácter y personalidad. Unida a una ideología que la justifica y la refuerza.
Por esa razón, el pobre vota a quien le roba, a quien le explota. Porque se siente partícipe, -porque les envidia y les admira-, del rico, del amo, o del patrón o de quien predica esas religiones. Porque él también roba a quien pueda -es la doble moral-. El de arriba me roba a mí y yo robo al de debajo de mí. Son los escalones de las jerarquías en las que cree.
Como decía mi tía: --“en mi casa mandamos todos: mi padre manda a mi madre, mi madre me manda a mí, yo mando a mi hermano pequeño, todos mandamos aquí”.
Depende del de arriba a nivel psicoafectivo. Cree que sin el líder, sin el rico, sin el patrón, sin el cura, sin el alcalde, él no puede vivir. Él no es nada. Ha de pertenecer a la horda para ser algo.
Pero esa creencia es en la mayoría de los casos inconsciente.
Por esa misma razón considera más importante la patria, que las  necesidades más básicas de los ciudadanos.

El rico que pertenece mentalmente a la masa, pero que no es millonario, le pasa algo parecido al pobre. No tiene personalidad trascendente. Es egoísta y frustrado como el pobre, su identidad está anclada en la familia y la patria. No piensa más allá de eso.
Aunque tenga satisfechas las necesidades básicas no es altruista, no es trascendental, ni planetario, ni humanitario. Le queda, eso sí, la caridad con la que se puede sentir libre de culpa.

martes, 7 de abril de 2020

VIRUS Y CAPITALISMO




VIRUS  Y CAPITALISMO
Joaquin Benito Vallejo

  

(Foto tomada del artículo que se señala debajo de Diario 16)

LA ESPECIE HUMANA, DEPREDADORA E IRRACIONAL

¿Cómo es posible que la especie humana que ha dominado las más altas cuotas del conocimiento, de la tecnología, con viajes galácticos, satélites, móviles, etc., etc., se le ha colado un virus que está acabando con toda la humanidad? 

¿Alguien lo puede decir?

Creo que, a quienes dominan y manejan la economía mundial, este aspecto no le ha interesado y por ello no se ha evitado. No es, que no se pudiera, sino, que no se ha querido.

Interesa invertir el dinero en armamento, en crear armas cada vez más letales, en investigar sobre esto, en hacer guerras, en invadir países para robarles sus riquezas naturales, en controlar y engañar a la población.

No interesa invertir en la prevención de la salud, en investigar sobre toda esa problemática, ni en prevenir enfermedades, ni en invertir en paliar las auténticas necesidades básicas humanas.

No interesa erradicar la pobreza, que es la más grave enfermedad de la especie humana.
Solo ha interesado expoliar los recursos de la tierra y enriquecerse sin límites con ellos. Con ese expolio de los recursos naturales, además se envenena de una manera múltiple todo el ecosistema medio ambiental, se envenena toda la tierra.

Y con ese objetivo se invaden países, se desarrollan armamentos, se buscan enemigos y chivos expiatorios para justificar sus hechos. 

Un tanque cuesta 3 veces más que un centro de salud. (Un tanque Leopard le cuesta a España 11 millones de euros. Un Eurofighter, el avión más moderno del Ejército del Aire, vale 90 millones, a los que hay que sumar el mantenimiento (15 millones más por aparato al año) y el gasto en combustible cada vez que despega en maniobras militares, que ronda los 44.000 euros por cada hora de vuelo. Por su parte, un centro de salud de tamaño medio como el que se acaba de licitar hace menos de un mes en el barrio de El Ejido, León, cuesta 5 millones de euros. ver más )

Quizá esto que llaman virus es una causa del envenenamiento múltiple que están provocando en la tierra. 

Aparte de no hacer inversiones en prevención de la salud ni en las necesidades básicas humanas.

Quizá pueda ser la creación de "un mundo feliz", donde todo el mundo esté secuestrado, pero contento de estar vivo, aunque esto no sea vivir.

Tampoco de puede descartar que el virus sea un invento de los laboratorios y las farmacéuticas para después obligarnos a ponernos la vacuna que ellos venderán a altos precios a todo el mundo sin que quede ningún rincón y seguir enriqueciéndose sin limites. 

Lo primero que han desatado es la pandemia del miedo, y con ello la manipulación y la obediencia de todo ciudadano. 
Esto es inaudito. Todo el mundo, de derechas y de izquierdas, tontos y listos, pobres y quizá, algún rico, no lo se, está muerto de miedo. Y con el miedo se somete a todos, y se hace con ellos, con nosotros, lo que quieran.

No se puede descartar nada. La realidad es mucho más dura que la ficción.


¿POR QUÉ OCURRE ESTO? ¿PODRÍA EVITARSE?

Hay que ver las cosas por delante y por detrás, al trasluz, de miles de maneras.  Preguntarse por qué ocurre esto y que razones y causas puede haber para que no pasara. Lo peor es verlo como algo inevitable, como una cosa que no tiene solución. Como un castigo divino o algo parecido. Eso ya de entrada, nos impide pensar. Y nos lleva a la resignación y a la obediencia ciega.

Hay que conocer las fuerzas que dominan al mundo, las naturales y las no naturales, las materiales, las económicas. Hay que conocer el contexto en el que se producen,
hay que conocer la historia de todas los acontecimientos.
Hay que saber quiénes somos y de dónde venimos.
Hay que saber por qué hay ricos y pobres.
Hay que saber por qué unos pocos son dueños del 90 % de la riqueza del planeta, mientras que otros muchos no tienen para comer. 
No seamos incautos ni inocentes. Simplemente hay que saber. Nos tenemos que interesar por saber. 

CONOCER LA HISTORIA Y LOS ORÍGENES

Creo que hay que ir a los orígenes, conocer la historia, sus procesos, sus pasos, llegar hacia atrás hasta los orígenes y desde esa raíz llegar hasta el presente para darnos cuenta de que los sucesos de hoy no son acontecimientos aislados, sino que tienen su raíz, su origen, como el árbol es fruto de una semilla, del clima y del cultivo, pero a la inversa, el mal tiene sus orígenes y sus procesos, también cultivados.

No podemos ver ni entender los acontecimientos aislados.
Tenemos que conocer la historia y el origen.

El hombre, la especie humana, más en concreto aún, la ideología capitalista y su práctica, se ha creído dueña de la tierra, -ver que esto ya nació con los hebreos cuando dicen que su dios les dijo: ahí tenéis la tierra, es vuestra, -¡dominadla! -Por cierto, esta es una de las ideas clave del capitalismo: hacerse dueños de la tierra-.


EL CAPITALISMO ES EL VIRUS

El capitalismo, ha expoliado al máximo la tierra, ha perturbado su ecosistema, no solamente ha acabado con sus recursos, sino que, además, en ese proceso, la ha envenenado. Y la está envenenando cada día más. Y los seres humanos que vivimos en este planeta estamos explotados y envenenados por este sistema capitalista. Además de todos los seres vivientes de otras especies.

El hecho de que el 1% de la población posea el 90 % de la riqueza del planeta corrobora lo que digo.

La avaricia del capitalismo es tan grande -ya he dicho en otros sitios, que el capitalismo es un cáncer, que devora al organismo donde se instala como un parásito, que devora al otro, sin saber, sin querer saber porque su codicia se lo impide, que al devorar al organismo que lo contiene, se devora a sí mismo.
(Quizá hayan descubierto ahora, que pueden dominar la tierra, sin que se deje de consumir, haciendo del ser humano, un robot o un estúpido, agarrado al miedo)
El capitalismo es el cáncer de la tierra entera, del medio ambiente, del ecosistema que necesitamos para vivir. Por lo tanto, es el cáncer de las especies vivas y de la humanidad.
La primera causa del cáncer capitalista es la destrucción del ecosistema. El capitalismo es el auténtico cáncer, la auténtica enfermedad, la auténtica patología, la auténtica locura, el auténtico virus, la auténtica pandemia.

Paralelamente a la expoliación y destrucción de la tierra, del medio ambiente, del ecosistema entero, se destruyen y expolian a los hombres, a los individuos, a las personas, mediante el trabajo alienante que hace de los hombres una mercancía de compra venta, que lo convierte en un objeto, en cosa. Y antes, desde la infancia, en robot que se cree todo.

EL HOMBRE CONVERTIDO EN MERCANCÍA

Lo convierte en objeto de compra venta en cuerpo y alma, porque antes de hacer del hombre una máquina, una herramienta, antes de eso, mediante lo que llaman educación, convierte a los hombres en robots, en muñecos, en marionetas, para poderles manejar después a su antojo.
Para que el hombre pueda ser utilizado meramente como un utensilio de trabajo, -y como un consumidor- antes ha debido ser domesticado, castrado, utilizando así toda su energía vital en ser meramente un animal de carga.

El capitalismo aliena los seres humanos. Alienación significa no estar en sí mismo, no ser uno mismo, es sinónimo de estar loco.
Un loco en este caso, al que han extirpado previamente los lóbulos frontales.
Al convertir a las personas en mercancías se destruyen las relaciones humanas, nadie se comporta de forma igualitaria con sus semejantes, cada uno va a aprovecharse del otro porque le han enseñado desde la cuna que eso es lo que hay que hacer.

Todo el tiempo está dedicado a trabajar malamente para poder vivir. No queda tiempo para hacerse y cultivarse a sí mismo como ser humano.
No queda tiempo para cuidar a los hijos ni a los padres.
No queda tiempo para crear relaciones compartidas en las que se forman los niños y los individuos.
Y después se les culpabiliza de ello, cuando el verdadero culpable es el sistema explotador.

EL EXPOLIO DEL PLANETA

En su expolio de los recursos del planeta y de los individuos proclaman que todos esos recursos del planeta sean privados.
Es decir, que sean de ellos, de quienes los han robado previamente a la tierra, para que todos los ciudadanos se les tengamos que comprar después a ellos.

A la vez que nos quitan la privacidad como individuos, como seres humanos, dicen que los recursos han de ser privados.

Por ello dicen que los servicios públicos no deben existir.
Que cada uno debe pagarse sus servicios.
Dicho de otra manera, quieren que todo lo que hay en el planeta, sobre todo lo más necesario para vivir, porque es de donde más dinero pueden sacar, repito, quieren que todo sea privado.

Es decir, que todo sea del 1% de la población para que el 90 %
restante tenga que comprárselo a ellos.

Antes, se hicieron ricos capitalistas, apropiándose de los recursos del planeta, convirtiendo a los ciudadanos en sus animales de carga por una mísera limosna.
Ahora quieren institucionalizar su riqueza robada haciendo que ya sea de ellos directamente.

LOS POLÍTICOS AL SERVICIO DEL CAPITAL

¿Cómo hacen esto? A la vez que se fueron haciendo dueños de la tierra, se fueron haciendo dueños de los diferentes políticos que la gobernaban. O ellos mismos se metieron a políticos. A partir de ahí, los políticos hacen lo que sus amos en la sombra les mandan. Y por ello, los políticos reciben un buen regalo de los capitalistas.
Además de darles importantes porcentajes de los servicios privatizados, cuando se les cumple el plazo de la política entran a formar parte de la administración de la empresa privatizada con un sueldo mayor del que tenían como políticos. Es lo que se llama “puerta giratoria”.


Así que de ese modo se institucionaliza que todas las necesidades básicas de la poblaciones sean privadas, es decir pertenezcan a un dueño, al que los demás hemos de comprárselas
PRESUPUESTOS MÁXIMOS PARA ARMAMENTOS
PRESUPUESTOS MÍNIMOS PARA SERVICIOS BÁSICOS

Nuestra sociedad capitalista tiene todas las características de la sociopatía, por ello genera individuos sociópatas.
Manipula, engaña, depreda, y nos impregna desde la infancia esas características.
Su objetivo primordial es enriquecerse unos pocos a costa de todo y de todos.
Las inversiones son para beneficios particulares, no por el bien común.

Por esa razón hay pandemias. Porque no se ha invertido en prevenirlas. Porque no se ha invertido en investigación de cara a ese objetivo. Porque se ha privatizado la sanidad. Porque no hay los profesionales suficientes.

Se privatiza lo más básico, la salud, la educación, el aprendizaje, el cuidado, la luz, el agua, la vivienda, la alimentación, la cultura, el saber, el conocimiento, sin hablar de las necesidades superiores que quedan completamente en el limbo, sin saber qué son.

continuará ...