La nube es extraña y engañosa.
Seduce y hechiza.
Puede ser liviana o pesada, blanca o negra.
Si liviana, muta constantemente sin notarlo, sus hilos sueltos van
formando una sábana de seda blanca, que camina por el cielo sin rumbo.
Si pesada, se mantiene densa como un telón oscuro que nubla la luz, puede
quebrarse, llorar y gritar hasta agotarse.
Los seres somos nubes. Indecisos muchas veces, temerosos otras tantas.
De la indefinición nace la locura. De la explosión la calma.
Y vuelta a empezar: humo, vapor, nube, nubarrón, tormenta, trueno y
relámpago, lluvia, siembra y sol.
Volar para sufrir y morir. Caminar para ser. Para caer como la lluvia,
para crecer como la nube.
La nube se hace piedra cuando se condensa.
La piedra se diluye y se hace nube cuando se ablanda.
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