sábado, 2 de marzo de 2019

yo naci en carnaval



CUENTAN que yo nací un día de carnaval.

Cuando hombres y mujeres se disfrazan de lo que no son o de aquello que quieren ser y no pueden. 
Esos días en que se disfruta haciendo creer a los demás y a sí mismos que son reyes o payasos, asesinos o amantes, según lo necesiten.
Días en que se permite la simulación. Creer ser otro. Engañar a los demás con otro rostro. Dejar traslucir alguna zona de verdad oculta y prohibida. 

Hoy día, España en especial, es un gran carnaval. 

En el pueblo son grandes fiestas en las que todos participaban, unos siendo actores y otros espectadores, riéndose unos con otros, riéndose unos de otros.

Mozos y mozas recorriendo las calles en grupos cogidos del brazo cantando y bailando, simulando caras y abrazos o aprovechando la máscara para tocarse donde no estaba permitido.

Los casados haciendo de las suyas, más pícaros ellos, pellizcando a las mozas y metiéndoles el brazo por debajo de la saya.

Los niños tampoco se quedaban atrás imitando el atrevimiento de los mayores. Y jugando a ser vampiros, dragones, héroes, ogros, o princesas.

Haber nacido en un día de carnaval debe tener un significado. Al menos, no faltará quién se lo dé. 
Personas oscuras, personas blandas, personas duras, seres desconocidos.
Cada una intentado mostrar lo que les falta, ocultar lo que les sobra. 
Personas, máscaras.

Es bonito ser otro, aparentar ser otro, ponerse otros vestidos, otros cuerpos, otras caras, otras voces, otras almas. 
Y a la vez, ¡que terrible no ser uno mismo! ¡No saber ni siquiera quién es uno! ¡Intentar suplir ese vacío, inventándose quién ser!