sábado, 2 de marzo de 2024

LA BELLEZA



LA BELLEZA 


No puedo comprender como muchas personas piensan que algo es bello, cuando a mí me parece feo. 

Y a la inversa, lo que ellas tildan de feo cuando para mí es bello. 

No puedo comprender cómo algo que a mi parece hermoso a otros les parece horroroso.


¿Formas distintas de ver, de sentir, de interpretar, de pensar? 

¿Esquemas mentales, para unos cuadrados, redondos para otros? ¿Distintos modelos, distintos cánones? 

¿Distintas experiencias, distintas categorías, distintas emociones? ¿Distinta vida, distintas concepciones de las cosas?


Todas esas circunstancias y elementos envuelven a la definición de belleza y de fealdad.

Debiéramos mirarnos en el espejo -preguntarme si lo que vemos, es feo o bello- y preguntar a los demás qué ven en ese espejo si belleza o fealdad. 

Entre todos quizá lleguemos a un acuerdo, aunque no tengamos los mismos cristales para mirar y ver. 

O, quizá no lleguemos nunca al acuerdo. 

Pero, de algún modo, hay que aceptar lo que opine la mayoría. 

Al menos es una referencia a tener en cuenta. 

Y si yo opino lo contrario, debo aportar razones de peso. 

En caso contrario, debo aceptar que soy distinto, para lo bueno y para lo malo. 

Yo debo aceptar que no tengo razón o que soy un genio, un loco, algo raro al menos, avanzado o retrasado, pero no normal, no corriente, alguien al que no entiende nadie.

Belleza o fealdad se rigen por medidas, armonías, equilibrios equidades, o también lo contrario, por distorsiones que provocan sobresaltos y admiración.

 

La belleza puede residir en ojos que hieren, u ojos que inundan de templanza. En montañas inalcanzables, o riscos que es necesario escalar. La belleza puede aparecer para superar los miedos que te amordazan. Para alcanzar una meta propuesta, así como el infinito. La belleza reposa en pérdidas olvidades en un baúl. La belleza se esconde en escondrijos que necesitamos encontrar y aventar


La belleza se vislumbra en emociones, risas, sueños, carencias, necesidades. La belleza, según esto, es algo inexplicable. 


Pero, sobre todo, la belleza se parapeta tras la sencillez, no en la ostentación, ni el lujo, ni la exageración, esta es más bien efectismo de lo fácil y altanero, el engaña bobos fraudulento, la llamada de atención gruesa.


La belleza también se vislumbra en la bondad. Aspectos raros y excepcionales en la sociedad actual o en todas las sociedades.

La belleza no es la moda ni la costumbre, ni la norma, ni la rutina, ni la riqueza, ni la tradición, aunque se apele a ello, para definir la belleza.


La belleza es austeridad, seriedad, pulcritud, templanza, susurro, niñez, infancia, ingenuidad.


La belleza y la fealdad deben ser vistas de muchas maneras. Aprender a verlas con otras emociones, con otras perspectivas. Con otras pasiones y compasiones. 

Belleza y fealdad se trastocan, una se esconde en la otra, la otra usurpa la una. Ambas a veces son la misma. A veces se baten a espada, otras veces se abrazan.


Las personas mismas han de cultivar la belleza, que aparte de cultivar su salud física y mental, está más concretamente en cultivar su amabilidad, su bondad, su empatía, su sencillez. 

La belleza reside en lo creativo, en lo que uno hace por sí mismo, día a día, de lo que nace de su alma y de su trabajo elaborado con pasión y con -equivocaciones- 


La belleza es aquello que nos transporta que crea conexiones cerebrales nuevas, mundos nuevos a los que huir, en los que refugiarse, en los que perderse y aventurarse. 




 

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