miércoles, 16 de noviembre de 2022

Capitalismo y pulsión de muerte



Capitalismo y pulsión de muerte

Byung-Chul Han

 

 

Este es un texto pequeño de Byung-Chul. 

Lo que aparece en rojo son mis aportaciones personales al texto del autor. 

 

 

Lo que llamamos hoy crecimiento -referente al capitalismo- es en realidad una proliferación carcinomatosa. 

/ Como un cáncer que crece sin consciencia de hacia dónde ir voluntariamente. - Crecer por crecer, por tener más. - Por comérselo todo. Todo lo de los otros. - La célula que se come a otras células hasta acabar con todo el organismo. - Sin embargo, la célula cree -no cree nada, no tiene consciencia, es un instinto natural de la vida, pero degenerado, algo natural que se ha desnaturalizado- que para vivir ella, tiene que alimentarse sin ningún límite, no se sacia.  – Luego, crece -o vive- para evadir la muerte. - Y con ese ánimo de crecer, de no morir, lo que hace es matar todo cuanto le rodea, incluso a sí mismo -autoagresión-. Capitalismo y cáncer se asemejan. Son una metáfora, una simbología uno del otro. -  /

 

Crecimiento que recuerda a un paroxismo de muerte. Vitalidad que oculta que se está avecinando una catástrofe mortal. 

/ Como el cáncer cuyo final es la muerte. - Fuerza, crecimiento o vitalidad que esconde que se conduce a la muerte.  /

 

La producción cada vez se parece más a una destrucción. 

/ Ese es el objetivo oculto de la producción cancerosa de la célula -o del capital-: la destrucción del organismo que lo sostiene: la humanidad, la tierra, la naturaleza, el ecosistema. /

 

La historia de la humanidad -con el capitalismo- se desarrolla como una enfermedad infecciosa mortal. Crecimiento y autodestrucción se identifican, -avanzan unidos-.

 

En “El malestar en la cultura”, Freud escribe que el hombre, con su «cruel agresividad», es una «bestia salvaje que ni siquiera respeta a los miembros de su propia especie. -cosa que las demás especies si hacen- La humanidad se destruye a sí misma. Freud podría haber afirmado que el capitalismo representa aquella forma económica en la que el hombre puede desfogar mejor su agresividad como bestia salvaje. 

 

En vista de la destructividad del capitalismo no parece descabellado asociarlo

con la pulsión de muerte de la que habla Freud.

 

«La gran astucia del capitalismo consiste en canalizar -y enmascarar- las fuerzas destructivas y la pulsión de muerte, reconduciéndolas hacia el crecimiento.

 

¿Realmente la pulsión de muerte freudiana es apropiada para explicar el proceso

destructivo del capitalismo? ¿O lo que domina el capitalismo es un impulso de

muerte de tipo totalmente distinto, inasequible para la teoría freudiana de las

pulsiones?

 

La idea de la pulsión de muerte fascina tánto a Freud porque se puede aducir

como explicación del impulso humano de destrucción.

 

La primera forma como se manifiesta la pulsión de muerte es la autoagresión.

 

Mientras que la agresividad hacia los demás protege al ser vivo de su autodestrucción.

 / Canalizar la agresividad hacia el entorno y hacia los otros.  – La agresividad es fruto de la frustración– y la frustración es el resultado de la represión de los instintos o fuerzas vitales, del impedimento de la realización de las propias capacidades humanas.  /

 

Freud explica la agresividad en función de la pulsión de muerte. 

Donde la pulsión de muerte emerge sin propósito sexual, incluso en la más ciega furia destructiva, es imposible desconocer que su satisfacción se enlaza con un goce narcisista extraordinariamente elevado, en la medida en que enseña al yo el cumplimiento de sus antiguos deseos de omnipotencia. 

/ El narcisismo radica en la carencia. La necesidad de admiración y aplauso, reside en la carencia de afecto y reconocimiento básico en la infancia. -  Y la acumulación, -de cosas, ropas, joyas, adornos, dinero…- remite al vacío. -Como me siento vacío acumulo cosas para sentirme lleno- - Así que la célula cancerígena, es una metáfora -o simbología- del vacío existencial, que necesita acumular, poseer, producir, etc., para llenarse. - Y esas condiciones nos llevan también al trabajo alienado, o a la necesidad de hacer cosas -trabajar- hasta emborracharse: trabajólicos, la droga del trabajo, y la adicción a otras drogas de una forma compulsiva y neurótica. - La célula cancerosa igual que el capitalismo, necesita de otras células o de otras personas para dejarse arrastrar a lo que el crecimiento necesita. - Necesita que otras personas consuman para él hacerse grande. Si las demás personas no consumieran, el capital no crecería. Necesita de personas arrastradas al consumo, de cosas, prendas, ropa, modas, adornos, cachivaches, utensilios, que a la vez que alimentan su falta de realización y acumulan cosas para ello, hacen que el capital crezca. Son adictas a las tiendas, -y hay que tener en cuenta que las mayorías de las tiendas van dirigidas a las mujeres ofreciéndolas todo tipo de productos. - Y aquí aparece la libertad, libertad de consumir variedad de objetos. –El capital necesita personas que consuman– La célula cancerosa necesita otras células enfermas que se dejan consumir. Una sociedad enferma necesita individuos enfermos para crecer. Luego, alimenta la enfermedad, dándole visos de libertad y de salud.

 

La fuerza motora del capitalismo es la pulsión de muerte puesta al servicio del crecimiento. ¿Qué es lo que engendra aquel irracional imperativo de crecimiento que hace que el capitalismo sea tan destructivo? ¿Qué fuerza al capitalismo a acumular a tontas y a locas? 

El capital se acumula para hacer frente a la muerte como pérdida absoluta. La muerte genera la presión para producir y para crecer. La tesis de que la idea freudiana de la pulsión de muerte representa, en último término, una estrategia inconsciente para reprimir la muerte.

 

La economía de la violencia es dominada por una lógica de la acumulación.

Cuanta más violencia se ejerce, tanto más poderoso se siente uno.

La acumulación de poder para matar genera una sensación de crecimiento, de fuerza, de poder, de invulnerabilidad y de inmortalidad. 

El gozo narcisista que conlleva la violencia sádica se explica justamente por este aumento de poder. Matar protege de morir. Uno se apodera de la muerte matando. Un aumento de poder para matar significa una disminución de la muerte. También la carrera armamentista nuclear obedece a esta economía capitalista de la violencia. Nos imaginamos la capacidad acumulada de matar como capacidad de sobrevivir.

 

/ Muchas veces me he preguntado para qué sirve tener tanto dinero, si no se lo pueden gastar en 3000 años de vida. aquí he encontrado la respuesta. la respuesta está en algo simbólico. - La simbología yace por debajo de la razón y de la consciencia. - Algo que resulta ilógico, irracional. pero que está en nuestro psiquismo y en nuestro comportamiento. - Que es la guía de nuestro comportamiento, explicando lo inexplicable. - Explicando la racionalidad de lo irracional. - Somos lo que no somos, aquello que no pudimos realizar ni hacer manda en nuestro comportamiento. – Manifestamos en todo lo que hacemos aquello más primigenio que nos falta /

 

La violencia sufrida que condujo a la muerte, genera como respuesta otra violencia en sentido contrario.Toda muerte debilita al grupo. El grupo, por tanto, tiene a su vez que matar, para restablecer la sensación de poder. La venganza sangrienta no está orientada contra nadie. Precisamente por eso es tan devastadora. Puede incluso suceder que el grupo decidido a vengarse mate a gente totalmente ajena. 

La frustración causada se satisface agrediendo y matando a otros, a todo lo que se mueve alrededor. El placer reside en realizarse, en realizar las potencialidades ocultas. La no realización de esas potencialidades produce frustración, es un displacer, que se satisface y compensa, descargando su energía vital reprimida, agresivamente, contra lo otro, los otros, o contra sí mismo. / 

 

Aquiles venga la muerte de su amigo Patroclo matando y ordenando matar a discreción. No solo se matan enemigos. También se sacrifican enormes cantidades de animales. 

 

La etimología del dinero remite al contexto de sacrificio y de culto. El dinero es

originalmente el medio de intercambio para conseguir animales para el sacrificio. Quien tiene mucho dinero obtiene un poder divino para matar: «En su origen, en el sacrificio cultural, el dinero es una especie de sangre sacrificial congelada

Lanzar dinero alrededor, hacer fluir el dinero y verlo fluir, genera un efecto similar al vertimiento de sangre en el combate o en el ara sacrificial.

El dinero acumulado otorga a su propietario el estatus de un depredador

Lo inmuniza contra la muerte. En el nivel de la psicología profunda perdura la fe arcaica en que la acumulación de capacidad de matar, el aumento de riqueza en forma de capital, protege de morir.

 

La lógica de acumulación del capital se corresponde exactamente con la economía arcaica de la violencia. El capital se comporta como un maná moderno. El maná es aquella misteriosa sustancia poderosa que se obtiene al matar. 

Se acumula maná -capital- para generar una sensación de poder e invulnerabilidad:

Se suponía que el guerrero contenía en su cuerpo el maná -el poder- de todos los que había matado. [...] Con cada muerte que lograba crecía también el maná de su lanza.

[...] Para incorporar directamente su maná comía de su carne;

/ -se cree que se adquieren las cualidades del muerto, comiendo su carne- y se cree que uno se hace rico imitando a los ricos- se da la apariencia de rico teniendo muchas cosas, vistiendo de esta manera u otra, aparentando serlo, portando insignias- /

 

Y para fijar ese crecimiento de poder durante una batalla [...] llevaba sobre su cuerpo, como parte de su equipo de guerra, cualquier parte corporal del enemigo vencido, un

hueso, una mano reseca, a veces incluso un cráneo entero. -una insignia de lo que se cree el poder, de lo que representa el poder-

 

La acumulación de capital tiene el mismo efecto que el maná. El capital creciente significa poder creciente. El aumento de capital significa la disminución de la muerte. Se acumula capital para escapar de la muerte. El capital se puede interpretar también como tiempo coagulado. El capital infinito genera la ilusión de un tiempo infinito. 

El tiempo es dinero. En vista del tiempo de vida limitado se acumula el tiempo del capital. -ilimitado-. 

 

El capitalismo está obsesionado con la muerte. Lo mueve el miedo inconsciente a la muerte. Sus imperativos de acumulación y de crecimiento surgen en vista de la amenaza de muerte. No solo generan catástrofes ecológicas, sino también

catástrofes mentalesLa destructiva presión para aportar rendimiento hace que la

autoafirmación y la autodestrucción se identifiquen. Uno se mata a optimizarse. 

/ la obsesión por crecer y producir más y mejor conduce a la propia muerte. /

 

La autoexplotación sin escrúpulos provoca un colapso mental- y físico - La guerra brutal de la competencia resulta destructiva. Suscita una frialdad y una indiferencia

hacia otros que vienen acompañadas de frialdad e indiferencia hacia sí mismo.

 

En las sociedades capitalistas los muertos y los moribundos son cada vez menos visibles.

Cuando la fábrica ya no existe, el trabajo está por todas partes. Si desaparecen los manicomios es porque la demencia se ha convertido en normalidad.

Cuando los muertos no son visibles, la rigidez cadavérica recubre la vidaLa vida se anquilosa en mera supervivencia. Si la muerte es rechazada en la supervivencia, la vida no es entonces […] más que una supervivencia determinada por la muerte.

 

 

La separación de vida y muerte, que constituye la economía capitalistagenera la

vida no-muerta, la muerte en vida. 

El capitalismo genera una paradójica pulsión de muerte, pues le quita la vida a la vida. Los zombis del rendimiento, del fitness o del bótox son fenómenos de la vida no-muerta. / Para aparentar estar vivos, guapos, fuertes / El no-muerto carece de toda vitalidad. / las gentes se parecen cada vez más a cadáveres bien embalsamados / Solo la vida que asume la muerte es realmente viviente. La histeria por la salud es la manifestación biopolítica del propio capital. / El capitalismo hace de todo, una fiesta, un espectáculo para aplaudir. Así enmascara, lo que ella es en realidad, la productora de la muerte, la muerte en vida. / 

 

En su ambición de una vida sin muerte el capitalismo construye necrópolis,

antisépticos espacios de la muerte que están depurados de ruidos y olores

humanos.

Los procesos vitales son transformados en procesos maquinales. 

El ajuste total de la vida humana a la función -y a la producción y alienación por el trabajo- es ya una cultura de la muerte. 

El principio de rendimiento asimila el hombre a la máquina y lo enajena de sí mismo. / -lo convierte en una máquina de producción, el cuerpo es una herramienta de trabajo- / 

 

El dataísmo -el pensamiento de los datos- y la inteligencia artificial cosifican el propio pensamiento.

Los vivos recuerdos son reemplazados por la memoria maquinal. / conocer muchas cosas que no sirven para nada – el futbol – el chismorreo – el parloteo /

 

Solo los muertos se acuerdan de todo. Las granjas de servidores son lugares de muerte. Para sobrevivir nos enterramos vivosCon la esperanza de sobrevivir acumulamos el valor muerto, el capital. El capital muerto destruye el mundo viviente. En eso consiste la pulsión de muerte del capital

El capitalismo es dominado por una necrofilia que transforma la vida en cosas inertes. Una fatídica dialéctica de la supervivencia hace que la vida se torne algo muerto, o algo no-muerto. 

 

Acerca del mundo dominado por la necrofilia Erich Fromm escribe lo siguiente:

El mundo se convierte en una suma de artefactos sin vida; del alimento sintético

a los órganos sintéticos, el hombre entero se convierte en parte del mecanismo

total, que él controla y que simultáneamente lo controla a él. 

 

El robot apenas se distinguirá de los humanos, el hombre es difícil de distinguir de un robot. / El capitalismo quiere robots a las personas -y las convierte en ello- para poder manejarlas mejor, psíquica y físicamente, porque para poder trabajar como máquinas, han de estar alienados, convertidos ellas mismas en máquinas, que acepten el trabajo, sin rechistar, como un engranaje /

 

La muerte ya no se expresa simbólicamente por heces ni cadáveres malolientes.

Sus símbolos son ahora máquinas limpias y brillantes.

 

La vida de los no-muertos, es una vida cosificada y maquinal.

Por tanto, la inmortalidad solo se podrá alcanzar al precio de la vida

 

Baudrillard: En un sistema que obliga a vivir y a capitalizar la vida, la única alternativa es el impulso de muerte. Baudrillard concibe lo simbólico como aquella esfera en la que la vida y la muerte todavía no están diferenciadas.

 

“ni siquiera el sistema escapa al deber simbólico, y en esta trampa radica la única

posibilidad de provocar su catástrofe. […] Es necesario que el sistema mismo se

suicide en respuesta al múltiple desafío de la muerte y del suicidio”

 

El terrorismo es un fenómeno sintomático del propio sistema capitalista, y no su opuesto. / Es que, él crea el terrorismo con diversos objetivos – para buscar el chivo expiatorio, para despistar, para dirigir la atención a otro punto - / 

 

La brutalidad y la frialdad del terrorista suicida reflejan las de la propia sociedad capitalista. Además, el terrorista tiene el mismo cuadro psicológico que los habitantes de esa sociedad. El suicidio asume la forma de una autoproducción. Es imaginado como un selfie definitivo. El terrorista suicida es consciente de que, tras cometer su acto, su foto circulará en seguida por todos los medios. Se le presta la atención que hasta entonces se le había negado. 

El terrorista suicida es un Narciso con cinturón de explosivos. 

 

La revolución de la muerte no podrá cambiar radicalmente el sistema capitalista.

Se necesita otra forma de vida, que revoque la separación entre la vida y la

muerte y haga que la vida vuelva a participar de la muerte. 

Toda revolución política tiene que ir precedida de una revolución de la conciencia que devuelva la muerte a la vida.

Hay que tomar conciencia de que la vida solo es viviente en un intercambio con la muerte y de que el rechazo de la muerte destruye todo presente vivo: La lucha contra la muerte conduce a un énfasis excesivo del pasado y del futuro, mientras que lo que se pierde es el presente, es decir, justamente la vida

 

La muerte como fin de la vida concebida biológicamente no es el único tipo de

muerte, y ni siquiera el único tipo verdadero. 

La muerte se puede concebir también como un proceso continuo, en el que uno va perdiendo progresivamente su identidad ya mientras vive. 

 

La muerte comienza entonces ya antes de la muerte. La identidad del sujeto es esencialmente más compleja que la del nombre que permanece inalterado. 

El sujeto se aparta cada vez más de sí mismo.

 

La idea moderna de la muerte está definida por aquella noción que se rige por la

función biológica. Localiza la muerte en el cuerpo, que en algún momento deja

de funcionar. / No se localiza en dejar de pensar, no en convertirse en un robot – la muerte es una consecuencia física, mental y social/

 

Bataille concibe la muerte como una forma intensa de vida

La muerte otorga intensidad a la vida. Es un derroche, un exceso, un despilfarro, un desenfreno, una dilapidación. 

El paroxismo causado por la muerte es esencial para la experiencia erótica: «No hay amor si no es en nosotros como la muerte». Bataille comienza su libro “El erotismo” con las palabras: «Se puede definir el erotismo como una afirmación de la vida incluso en la muerte».

Mientras que Freud opone el Eros a la pulsión de muerte, Bataille evoca la vecindad de muerte y Eros. El impulso vital llevado al extremo se parece al impulso de muerte, que a diferencia de la pulsión freudiana de muerte es una expresión de la propia vida.

 

Lo erótico es el medio en el que la vida y la muerte se intercambian

En cuanto que exceso y dilapidación, la muerte representa el principio de la anti-economía. Resulta subversiva frente al sistema capitalista: «En un sistema donde la vida está regida por el valor y la utilidad, la muerte se vuelve un lujo inútil y la única

alternativa»El erotismo es una aventura de la continuidad. Rompe con esa

discontinuidad del individuo aislado en sí mismo en la que se basa la economía.

Da la muerte al yo. La muerte es un perderse en lo distinto, que pone fin al narcisismo.

 

El capitalismo se organiza a través de la necesidad y el deseo, que tienen que

reflejarse en el consumo y la producción. Las pasiones y las intensidades dejan

paso a sensaciones agradables y a excitaciones sin consecuencias. Todo se

reduce a la fórmula del consumo y el disfrute. Negatividades como el dolor son

eliminadas a favor de la positividad de la satisfacción de necesidades. La muerte

es la negatividad por excelencia. La presión para producir la elimina. Incluso el

amor se amolda al proceso capitalista y se atrofia en la sexualidad como necesidad. 

 

El otro se degrada a objeto sexual, con el que el sujeto narcisista satisface sus necesidades. El otro, al que se ha privado de su alteridad, ya solo se puede consumir.

 

Con su negación de la muerte el capitalismo hereda la metafísica. Representa una metafísica materialista que aspira a un capital infinito.

Pero la vida que evita la muerte como si fuera una suciedad tendrá que asfixiarse en sus propias excreciones.

Adorno: Hay que asumir en la conciencia en toda su gravedad aquellas dimensiones de la muerte que hasta ahora se han reprimido. La conciencia humana es mortal. La vida que niega la muerte como algo meramente destructivo acaba desarrollando rasgos destructivos.

 

La preocupación por la salud es una ideología del capital, es más, es una enfermedad. La histeria por sobrevivir distorsiona la vida. La proliferación de lo sano siempre es ya al mismo tiempo, en cuanto tal, la enfermedad.

El antídoto contra ella es la enfermedad en cuanto que consciente de sí misma, consciente de la limitación de la propia vida. 

Esta enfermedad salutífera es la belleza. Refrena la vida, y por tanto su decadencia. Pero si en aras de la vida se niega la enfermedad, entonces la vida hipostasiada, precisamente por haber sido separada a ciegas de su otro componente, se pasa a él, a lo destructivo y maligno, a lo procaz y presuntuoso. Quien odia lo destructivo tiene que odiar también la vida: lo muerto es la única parábola de lo viviente no distorsionado. La vitalidad es afabilidad. Es afable aquella vida que es capaz de morir.

 

Freud es muy consciente de la necesidad de reconciliar la vida con la muerte. 

La represión inconsciente de la muerte debe dar paso a su admisión consciente.

 

¿No sería mejor dejar a la muerte, en la realidad y en nuestros pensamientos, el

lugar que por derecho le corresponde, y sacar a relucir un poco más nuestra actitud inconsciente hacia ella, que hasta el presente hemos sofocado con tanto cuidado? 

 

No parece esto una gran conquista; más bien sería un retroceso en muchos aspectos, una regresión, pero tiene la ventaja de dejar más espacio a la veracidad y hacer que de nuevo la vida nos resulte más soportable.

 

Afirmar la vida significa afirmar también la muerteLa vida que niega la muerte

se niega a sí misma.

 

Lo único que nos libera de la paradoja de una vida sin muerte es una forma de vida que devuelva la muerte a la vida: estamos demasiado vivos para morir y demasiado muertos para vivir.

 

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