El ministro de Sanidad, Trabajo y Bienestar japonés, Takumi Nemoto, no apoyará la petición de prohibir que las mujeres tengan que llevar tacones altos en trabajo. En una reunión de la Dieta –el Congreso japonés– este miércoles, el ministro ha defendido que llevar tacones altos "es necesario y razonable en el lugar de trabajo".
Nuestra sociedad se
define como machista y capitalista.
Ambas característica van unidas y se apoyan una en otra.
Los rasgos definitorios son múltiples.
Yacen arraigados en nosotros desde tiempo inmemorial.
No somos conscientes de ellos.
Confundimos lo que es impuesto por costumbres y normas no escritas, con aquello otro que podría ser natural y biológico.
Ambas característica van unidas y se apoyan una en otra.
Los rasgos definitorios son múltiples.
Yacen arraigados en nosotros desde tiempo inmemorial.
No somos conscientes de ellos.
Confundimos lo que es impuesto por costumbres y normas no escritas, con aquello otro que podría ser natural y biológico.
En ese contexto
machista capitalista están diseñados nuestros comportamientos tanto del hombre
como de la mujer.
Las diferencias entre uno y otro, las vemos naturales y biológicos, no sociales, impuestos por la ideología a través de costumbres y tradiciones, ancestrales algunas, otras contemporáneas. Estos rasgos y comportamientos incontables y muy sutiles, además, nos pasan desapercibidos. Creemos equivocadamente, que son naturales y que forman parte de las características humanas.
Las diferencias entre uno y otro, las vemos naturales y biológicos, no sociales, impuestos por la ideología a través de costumbres y tradiciones, ancestrales algunas, otras contemporáneas. Estos rasgos y comportamientos incontables y muy sutiles, además, nos pasan desapercibidos. Creemos equivocadamente, que son naturales y que forman parte de las características humanas.
La definición muy
sintética del concepto de capitalismo es considerarlo a todo como una mercancía
incluso el ser humano en cuerpo y alma. La definición de machismo es considerar
a la mujer inferior y “mercancía” u objeto al servicio del hombre en muchas
características. Nuestros rasgos y comportamientos en general manifiestan el
sentido capitalista machista de la historia.
Vamos a observar la
indumentaria femenina, que como he dicho antes, forma parte de esos
comportamientos que creemos naturales. ¿Porqué hombres y mujeres visten de
forma tan diferente? ¿Es eso natural o es impuesto por los poderes machistas ocultos
de la sociedad?
Lo que voy a exponer
a continuación, quizá pueda ofender a algunas personas. Porque hablar de estos
temas se considera incluso machista, cuando lo que se hace es criticar al
machismo. Y es considerado un poco tabú del que no se puede hablar.
Pido mil perdones
por ello. No quiero ofender. Solo mostrar lo que veo. Quizá me equivoque, no lo
creo. Pensadlo.
Los zapatos de tacón son uno de los
elementos más claros de la imposición machista en los usos y costumbres
cotidianos de las mujeres. Se constituye como santo y seña, físico y material,
psíquico y social, signo y símbolo del machismo, y la consideración de objeto
sexual de la mujer por parte del hombre.
Vamos a exponer dos
aspectos. El primero relativo a la consideración de objeto sexual y el segundo,
en cuanto a la salud física. Quiero hacer constar que este último es más
aceptado que el primero.
En cuanto a la consideración de objeto sexual: los zapatos de tacón
provocan una anteroversión de la pelvis -inclinación exagerada de la pelvis
hacia adelante- que se refleja y manifiesta por todo el cuerpo hacia arriba y
hacia abajo. En síntesis y sobre todo,
resalta los pechos y las nalgas o glúteos. Dicho de forma vulgar y contundente,
resalta el culo y las tetas. Además de aumentar la estatura, engrosar las
pantorrillas y alargar las piernas.
(Esto lo puede comprobar cualquiera ahora mismo). Primer rasgo material
del machismo y de mostrar a la mujer un objeto sexual.
Pero hay más, porque
eso produce daños físicos corporales que más tarde serán más peligrosos.
En cuanto a la salud física, llevar tacones
produce una serie de malestares y malformaciones en la estructura corporal
comprobable a más largo plazo. Por un lado, desequilibra el pie, lo estropea y
deforma anatómicamente, desde los dedos al tobillo, alarga el empeine y
flexiona y contrae los dedos provocando en ellos múltiples malformaciones. Esto
ocurre porque además del tacón estos zapatos suelen ser estrechos en la punta,
deformando con ello los dedos. Además de esto, hace cargar todo el peso del
cuerpo sobre los metatarsos.
En las piernas, provoca
la contracción, el acortamiento y el engrosamiento de los músculos gemelos -las
pantorrillas-. La anteroversión pélvica aumenta la lordosis lumbar -hundimiento
de las vértebras lumbares y acortamiento de los músculos-cervical que
conllevará a medio y largo plazo molestias y dolores más o menos agudos y
graves, en la espalda como lumbalgias. Simplificando: desviaciones y
deformaciones de los pies, las piernas y la columna.
Hay que hacer notar
que últimamente los zapatos de tacón se utilizan poco en la vida cotidiana. No
es como hace unos años – una y dos generaciones- en que era el calzado habitual
de la mujer, estando con ellos la mayor parte del día. Actualmente, más bien
parecen restringidos a actos sociales, ya que en la calle se les ve muy poco. Se
exhiben sobre todo en los actos oficiales, en los eventos, en las fiestas
grandes: bodas, etc., y sobre todo en las televisiones, -todas las presentadoras
y casi todas aquellas mujeres que van a una entrevista los llevan- considerados
como elementos de elegancia, belleza, riqueza, estatus o poder.
Los zapatos, no
obstante, forman parte de toda la indumentaria femenina, pensada para la
exhibición de la mujer como objeto sexual, pero considerada por la mujer y por
el hombre como una característica femenina, incluso la mujer lo justifica como
una elección en su libertad de vestir lo que le venga en gana.
La costumbre se ha impuesto de tal forma que nadie se plantea que sea un elemento machista.
La costumbre se ha impuesto de tal forma que nadie se plantea que sea un elemento machista.
La diferencia
biológica entre el hombre y la mujer no justifica su diferencia en el vestir.
La diferencia en el vestir es cultural, no biológica, impuesta desde hace miles
de años por la cultura patriarcal machista y capitalista, con diversas variaciones
a través del tiempo.
Antes, la mujer
estaba tapada de arriba abajo. En la cabeza llevaban velos y pañuelos, en las
manos y brazos guantes, los vestidos llegaban hasta los pies -recuerdo cuando
era niño, que un señor mayor contaba que de joven iba con otros amigos, a las
paredes del tranvía a ver los tobillos a las mujeres cuando subían-, por debajo
del vestido llevaban enaguas y corsés. Pero ha habido muchas variaciones a lo
largo de los años y dependiendo de las clases sociales.
Hoy en día, tras la
liberación sexual los cambios han sido rotundos. Y hay que tener en cuenta que
este cambio y diferencia con los hombres, siempre va a resaltar los atributos
sexuales de la mujer, e insinuar, mostrar o destapar estos atributos. La mujer
se viste para el hombre -macho-, para sentirse admirada por él, y envidiada por
otras mujeres, que tienen menos atributos que mostrar. Todo se hace, de una manera
encubierta, y con la falsa justificación de la libertad, para admirar al hombre-macho.
Sus vestimentas, sus pinturas, sus movimientos, sus comportamientos, de una
manera sutil y aparentemente natural, es la seducción. Su identidad, su valor,
su empoderamiento, parece estar únicamente en la “belleza” externa, no en su
valía interna, propia, independiente de que sea mujer u hombre.
El hombre -macho-
encantado con la vestimenta de la mujer. Pero que la mujer esté también encantada
de ello, evidencia su alienación en este aspecto. La mujer se ha convertido así
en la máxima transmisora y propagandista de la ideología machista, -aparte de
en la vestimenta, en otros mucho aspectos-. Lo único casi que acepta
reivindicar es la igualdad de salarios y otros aspectos similares de
competencias profesionales. Solo algunas como las mujeres japonesas, o algunas
actrices están rechazando el uso del zapato. No hay ninguna entrevista
realizada en la televisión a una mujer, más o menos famosa, donde no se vean
los zapatos y los escotes, ¿somo signo de femineidad? Y esto es lo que
transmiten los medios, la falsa idea de que el valor de la mujer está en cómo
viste. Y quien lo ve, copia, imita y acepta esa idea.
Pero ¿qué pasa con
el conjunto de la vestimenta?
Yendo de abajo hacia
arriba, ya que hemos comenzado por los zapatos, y siguiendo el transcurrir de
las modas, a continuación, nos encontramos con los “leguins” -no sé si los
llaman así- elementos muy muy superajustados desde los tobillos a la pelvis, de
modo que resaltan las nalgas, remarcándolas, además, el pubis y la línea de la
vagina. Se puede ver claramente yendo por la calle, no es ningún invento mío.
Además de llevarlas claramente por la calle, se utiliza como vestuario para
Pilates.
Continuando hacia
arriba nos encontraremos con grandes escotes enseñando gran parte de los
pechos, los hombros, la espalda, la cintura, las caderas….
¿Por qué los hombres no se ponen zapatos de
tacón y no enseñan partes desnudas de su cuerpo?
Hemos descrito
brevemente la vestimenta, vayamos ahora a otra cuestión: ¿Por qué la mujer ha
de pintarse, maquillarse y depilarse -no solo las asilas, sino las piernas, los
brazos, la cara…-, como signo femenino de identidad y o de belleza? Ese signo
es impuesto por la cultura machista y capitalista. La identidad de la mujer no
está en la vestimenta ni en ninguna de esa otra mampostería. Ni tampoco su
belleza. Su belleza externa es natural, no hace falta que se la añadan adornos
machistas. Y su valía interna depende de lo que hace, lo que dice, lo que
piensa, lo que es, como persona y como profesional.
Y de nuevo, ¿por qué
el hombre no se maquilla, no se depila, no se pinta, no se pone leguins, etc.,
etc.?
Se cree que la mujer
no ha de tener ningún pelo en el cuerpo, ello es considerado feo o animalesco. Se
depilación las piernas, los brazos, las axilas, la cara…. Y luego están los maquillajes,
la pintura en los labios, en las uñas…
La consideración de
la mujer como objeto sexual se utiliza como señuelo para el macho en anuncios y
propagandas de todo tipo.
Y a esto se añade la
proliferación de tiendas dirigidas a la “belleza” de la mujer -el 90 % de las
tiendas son para la mujer- ropa, vestuario, maquillaje, pintura, cosméticos,
cremas, etc., perfumerías, adornos: pulseras, collares, pendientes, etc., Complementos
como bolsos, los cuales también ocasionan desviaciones de la columna, al
llevarlos siempre excesivamente cargados -con todos los utensilios que la mujer
utiliza para su “belleza”- y colgados generalmente sobre un lado.
Así quieren los hombres machistas a la mujer como objeto sexual.
Así quieren los mercados a la mujer, por un lado, como objeto señuelo para comprar, por otro, como objeto comprador.
Y vamos con las
tiendas. ¿Qué pasaría si las mujeres dejaran de comprar tanta ropa, bolsos,
joyas, cosmética, complementos, zapatos, perfumería, maquillajes, pinturas, etc.
etc. ¿Se hundiría la economía? Posiblemente.
Aportamos aquí unos datos (adaptación de un texto de Suzanny Melahe)
Los vellos no
son asquerosos ni anti-Higiénicos.
Tienen varias funciones como protección física y protección térmica.
Si algo es anti-higiénico es la depilación.
En la depilación (sea con cera o afeitadora) se agrede la piel, causando micro lesiones.
No es por casualidad que duele, no es por casualidad que se hincha, se pone rojo y a menudo sangra Cuando se depila es más vulnerable a enfermedades e infecciones, tanto por quitar el pelo que es una protección, como por herir la piel dejándola más sensible.
La depilación también puede cambiar su flora vaginal, que está compuesta por diversas bacterias que trabajan con el fin de mantener la región sana, con la depilación también corre el riesgo de alergias en la piel y de vellos enterrados, que pueden infectar.
Tienen varias funciones como protección física y protección térmica.
Si algo es anti-higiénico es la depilación.
En la depilación (sea con cera o afeitadora) se agrede la piel, causando micro lesiones.
No es por casualidad que duele, no es por casualidad que se hincha, se pone rojo y a menudo sangra Cuando se depila es más vulnerable a enfermedades e infecciones, tanto por quitar el pelo que es una protección, como por herir la piel dejándola más sensible.
La depilación también puede cambiar su flora vaginal, que está compuesta por diversas bacterias que trabajan con el fin de mantener la región sana, con la depilación también corre el riesgo de alergias en la piel y de vellos enterrados, que pueden infectar.
Las toallas femeninas y los
tampones desechables son demasiado tóxicos para el cuerpo y el planeta. Hay que
optar por alternativas ecológicas, que además de cuidar al planeta, nos acercan
a nuestros cuerpos.
No uses toallas sanitarias o
papel higiénico con olores o aromas.
Intenta usar siempre calzones blancos 100% algodón, evita la ropa que te apriete la vulva.
Intenta usar siempre calzones blancos 100% algodón, evita la ropa que te apriete la vulva.
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