jueves, 6 de junio de 2019

zapatos de tacón





El ministro de Sanidad, Trabajo y Bienestar japonés, Takumi Nemoto, no apoyará la petición de prohibir que las mujeres tengan que llevar tacones altos en trabajo. En una reunión de la Dieta –el Congreso japonés– este miércoles, el ministro ha defendido que llevar tacones altos "es necesario y razonable en el lugar de trabajo".


Nuestra sociedad se define como machista y capitalista
Ambas característica van unidas y se apoyan una en otra. 
Los rasgos definitorios son múltiples. 
Yacen arraigados en nosotros desde tiempo inmemorial. 
No somos conscientes de ellos. 
Confundimos lo que es impuesto por costumbres y normas no escritas, con aquello otro que podría ser natural y biológico.


En ese contexto machista capitalista están diseñados nuestros comportamientos tanto del hombre como de la mujer.
Las diferencias entre uno y otro, las vemos naturales y biológicos, no sociales, impuestos por la ideología a través de costumbres y tradiciones, ancestrales algunas, otras contemporáneas. Estos rasgos y comportamientos incontables y muy sutiles, además, nos pasan desapercibidos. Creemos equivocadamente, que son naturales y que forman parte de las características humanas.



La definición muy sintética del concepto de capitalismo es considerarlo a todo como una mercancía incluso el ser humano en cuerpo y alma. La definición de machismo es considerar a la mujer inferior y “mercancía” u objeto al servicio del hombre en muchas características. Nuestros rasgos y comportamientos en general manifiestan el sentido capitalista machista de la historia.

Vamos a observar la indumentaria femenina, que como he dicho antes, forma parte de esos comportamientos que creemos naturales. ¿Porqué hombres y mujeres visten de forma tan diferente? ¿Es eso natural o es impuesto por los poderes machistas ocultos de la sociedad?


Lo que voy a exponer a continuación, quizá pueda ofender a algunas personas. Porque hablar de estos temas se considera incluso machista, cuando lo que se hace es criticar al machismo. Y es considerado un poco tabú del que no se puede hablar.
Pido mil perdones por ello. No quiero ofender. Solo mostrar lo que veo. Quizá me equivoque, no lo creo. Pensadlo.

Los zapatos de tacón son uno de los elementos más claros de la imposición machista en los usos y costumbres cotidianos de las mujeres. Se constituye como santo y seña, físico y material, psíquico y social, signo y símbolo del machismo, y la consideración de objeto sexual de la mujer por parte del hombre.
Vamos a exponer dos aspectos. El primero relativo a la consideración de objeto sexual y el segundo, en cuanto a la salud física. Quiero hacer constar que este último es más aceptado que el primero.

En cuanto a la consideración de objeto sexual: los zapatos de tacón provocan una anteroversión de la pelvis -inclinación exagerada de la pelvis hacia adelante- que se refleja y manifiesta por todo el cuerpo hacia arriba y hacia abajo.  En síntesis y sobre todo, resalta los pechos y las nalgas o glúteos. Dicho de forma vulgar y contundente, resalta el culo y las tetas. Además de aumentar la estatura, engrosar las pantorrillas y alargar las piernas.  (Esto lo puede comprobar cualquiera ahora mismo). Primer rasgo material del machismo y de mostrar a la mujer un objeto sexual.
Pero hay más, porque eso produce daños físicos corporales que más tarde serán más peligrosos.

En cuanto a la salud física, llevar tacones produce una serie de malestares y malformaciones en la estructura corporal comprobable a más largo plazo. Por un lado, desequilibra el pie, lo estropea y deforma anatómicamente, desde los dedos al tobillo, alarga el empeine y flexiona y contrae los dedos provocando en ellos múltiples malformaciones. Esto ocurre porque además del tacón estos zapatos suelen ser estrechos en la punta, deformando con ello los dedos. Además de esto, hace cargar todo el peso del cuerpo sobre los metatarsos.
En las piernas, provoca la contracción, el acortamiento y el engrosamiento de los músculos gemelos -las pantorrillas-. La anteroversión pélvica aumenta la lordosis lumbar -hundimiento de las vértebras lumbares y acortamiento de los músculos-cervical que conllevará a medio y largo plazo molestias y dolores más o menos agudos y graves, en la espalda como lumbalgias. Simplificando: desviaciones y deformaciones de los pies, las piernas y la columna.

 Zapatos de tacón, piernas depiladas, pantalones ajustados remarcando bien las nalgas, el pubis y la vagina, tetas levantadas y visibles, axilas depiladas, uñas largas de porcelana y pintadas, cuerpo de muñeca barbi, cara maquillada, labios engruesados bien pintados…



Hay que hacer notar que últimamente los zapatos de tacón se utilizan poco en la vida cotidiana. No es como hace unos años – una y dos generaciones- en que era el calzado habitual de la mujer, estando con ellos la mayor parte del día. Actualmente, más bien parecen restringidos a actos sociales, ya que en la calle se les ve muy poco. Se exhiben sobre todo en los actos oficiales, en los eventos, en las fiestas grandes: bodas, etc., y sobre todo en las televisiones, -todas las presentadoras y casi todas aquellas mujeres que van a una entrevista los llevan- considerados como elementos de elegancia, belleza, riqueza, estatus o poder.





Los zapatos, no obstante, forman parte de toda la indumentaria femenina, pensada para la exhibición de la mujer como objeto sexual, pero considerada por la mujer y por el hombre como una característica femenina, incluso la mujer lo justifica como una elección en su libertad de vestir lo que le venga en gana. 

La costumbre se ha impuesto de tal forma que nadie se plantea que sea un elemento machista. 



La diferencia biológica entre el hombre y la mujer no justifica su diferencia en el vestir. 
La diferencia en el vestir es cultural, no biológica, impuesta desde hace miles de años por la cultura patriarcal machista y capitalista, con diversas variaciones a través del tiempo.
Antes, la mujer estaba tapada de arriba abajo. En la cabeza llevaban velos y pañuelos, en las manos y brazos guantes, los vestidos llegaban hasta los pies -recuerdo cuando era niño, que un señor mayor contaba que de joven iba con otros amigos, a las paredes del tranvía a ver los tobillos a las mujeres cuando subían-, por debajo del vestido llevaban enaguas y corsés. Pero ha habido muchas variaciones a lo largo de los años y dependiendo de las clases sociales.


Hoy en día, tras la liberación sexual los cambios han sido rotundos. Y hay que tener en cuenta que este cambio y diferencia con los hombres, siempre va a resaltar los atributos sexuales de la mujer, e insinuar, mostrar o destapar estos atributos. La mujer se viste para el hombre -macho-, para sentirse admirada por él, y envidiada por otras mujeres, que tienen menos atributos que mostrar. Todo se hace, de una manera encubierta, y con la falsa justificación de la libertad, para admirar al hombre-macho. Sus vestimentas, sus pinturas, sus movimientos, sus comportamientos, de una manera sutil y aparentemente natural, es la seducción. Su identidad, su valor, su empoderamiento, parece estar únicamente en la “belleza” externa, no en su valía interna, propia, independiente de que sea mujer u hombre. 

El hombre -macho- encantado con la vestimenta de la mujer. Pero que la mujer esté también encantada de ello, evidencia su alienación en este aspecto. La mujer se ha convertido así en la máxima transmisora y propagandista de la ideología machista, -aparte de en la vestimenta, en otros mucho aspectos-. Lo único casi que acepta reivindicar es la igualdad de salarios y otros aspectos similares de competencias profesionales. Solo algunas como las mujeres japonesas, o algunas actrices están rechazando el uso del zapato. No hay ninguna entrevista realizada en la televisión a una mujer, más o menos famosa, donde no se vean los zapatos y los escotes, ¿somo signo de femineidad? Y esto es lo que transmiten los medios, la falsa idea de que el valor de la mujer está en cómo viste. Y quien lo ve, copia, imita y acepta esa idea.


Pero ¿qué pasa con el conjunto de la vestimenta?
Yendo de abajo hacia arriba, ya que hemos comenzado por los zapatos, y siguiendo el transcurrir de las modas, a continuación, nos encontramos con los “leguins” -no sé si los llaman así- elementos muy muy superajustados desde los tobillos a la pelvis, de modo que resaltan las nalgas, remarcándolas, además, el pubis y la línea de la vagina. Se puede ver claramente yendo por la calle, no es ningún invento mío. Además de llevarlas claramente por la calle, se utiliza como vestuario para Pilates.
Continuando hacia arriba nos encontraremos con grandes escotes enseñando gran parte de los pechos, los hombros, la espalda, la cintura, las caderas….


 ¿Por qué los hombres no se ponen zapatos de tacón y no enseñan partes desnudas de su cuerpo?

Hemos descrito brevemente la vestimenta, vayamos ahora a otra cuestión: ¿Por qué la mujer ha de pintarse, maquillarse y depilarse -no solo las asilas, sino las piernas, los brazos, la cara…-, como signo femenino de identidad y o de belleza? Ese signo es impuesto por la cultura machista y capitalista. La identidad de la mujer no está en la vestimenta ni en ninguna de esa otra mampostería. Ni tampoco su belleza. Su belleza externa es natural, no hace falta que se la añadan adornos machistas. Y su valía interna depende de lo que hace, lo que dice, lo que piensa, lo que es, como persona y como profesional.


Y de nuevo, ¿por qué el hombre no se maquilla, no se depila, no se pinta, no se pone leguins, etc., etc.?

Se cree que la mujer no ha de tener ningún pelo en el cuerpo, ello es considerado feo o animalesco. Se depilación las piernas, los brazos, las axilas, la cara…. Y luego están los maquillajes, la pintura en los labios, en las uñas…

La consideración de la mujer como objeto sexual se utiliza como señuelo para el macho en anuncios y propagandas de todo tipo.
Y a esto se añade la proliferación de tiendas dirigidas a la “belleza” de la mujer -el 90 % de las tiendas son para la mujer- ropa, vestuario, maquillaje, pintura, cosméticos, cremas, etc., perfumerías, adornos: pulseras, collares, pendientes, etc., Complementos como bolsos, los cuales también ocasionan desviaciones de la columna, al llevarlos siempre excesivamente cargados -con todos los utensilios que la mujer utiliza para su “belleza”- y colgados generalmente sobre un lado.



 Mujeres muñecas exhibicionistas obnubiladas.

 Así quieren los hombres machistas a la mujer como objeto sexual.
Así quieren los mercados a la mujer, por un lado, como objeto señuelo para comprar, por otro, como objeto comprador.


Y vamos con las tiendas. ¿Qué pasaría si las mujeres dejaran de comprar tanta ropa, bolsos, joyas, cosmética, complementos, zapatos, perfumería, maquillajes, pinturas, etc. etc. ¿Se hundiría la economía? Posiblemente.




Aportamos aquí unos datos (adaptación de un texto de Suzanny Melahe)


Los vellos no son asquerosos ni anti-Higiénicos.
Tienen varias funciones como protección física y protección térmica.
Si algo es anti-higiénico es la depilación.
En la depilación (sea con cera o afeitadora) se agrede la piel, causando micro lesiones.
No es por casualidad que duele, no es por casualidad que se hincha, se pone rojo y a menudo sangra Cuando se depila es más vulnerable a enfermedades e infecciones, tanto por quitar el pelo que es una protección, como por herir la piel dejándola más sensible.
La depilación también puede cambiar su flora vaginal, que está compuesta por diversas bacterias que trabajan con el fin de mantener la región sana, con la depilación también corre el riesgo de alergias en la piel y de vellos enterrados, que pueden infectar.
Las toallas femeninas y los tampones desechables son demasiado tóxicos para el cuerpo y el planeta. Hay que optar por alternativas ecológicas, que además de cuidar al planeta, nos acercan a nuestros cuerpos.
No uses toallas sanitarias o papel higiénico con olores o aromas.
Intenta usar siempre calzones blancos 100% algodón, evita la ropa que te apriete la vulva.


No hay comentarios:

Publicar un comentario