jueves, 23 de mayo de 2019

Armas de destrucción


Armas de destrucción masiva:
La cultura – la propaganda – el cine.
Donde la mentira se hace verdad.
Donde la patología es lo natural.
Estamos viendo como natural y verdadero lo que es producto de la enfermedad.
Llega un momento en que es difícil distinguir.
Sobre todo, quien menos distingue es el enfermo.
Porque lo que él hace lo cree natural, sin darse cuenta de que es producto de su enfermedad.
Con lo cual la enfermedad alimenta a la enfermedad, lo patológico a lo patológico, la neurosis a la neurosis.

Si un artista neurótico escribe obras basadas en sus neurosis alabando sus actos neuróticos, pero no mostrándolo como neurosis, sino como algo natural, más incluso, sobrenatural, propio de dioses, de personas inteligentes, creadoras, espontáneas, sinceras, entonces, la gente vulgar y corriente se muere de envidia por poder tener esas “maravillosas” experiencias. -A propósito de Woody Allen - y de Vicki Cristina Barcelona-

Y entonces, dentro de sus posibilidades escasas trata de imitarlas, trata de reproducir esos comportamientos. 
Y lo hace y se va convirtiendo poco a poco en un personaje como el imitado. 

El maestro neurótico crea escuela, y adictos. Dios y sus acólitos. 
La enfermedad se hace religión. A partir de ahí profesamos la enfermedad. Y se castiga a quien no se religa. Todos enfermos por decreto.
Lo anormal se convierte en natural. Por decreto. 
Esta es la sociedad en la que vivimos. 
Ser enfermo neurótico es similar a ser imbécil. 
Una persona neurótica no sabe que lo es – lo que hace es como una necesidad básica – no como algo anormal o raro -  

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