Armas de destrucción masiva:
La
cultura – la propaganda – el cine.
Donde
la mentira se hace verdad.
Donde la
patología es lo natural.
Estamos
viendo como natural y verdadero lo que es producto de la enfermedad.
Llega un
momento en que es difícil distinguir.
Sobre
todo, quien menos distingue es el enfermo.
Porque
lo que él hace lo cree natural, sin darse cuenta de que es producto de su enfermedad.
Con lo
cual la enfermedad alimenta a la enfermedad, lo patológico a lo patológico, la
neurosis a la neurosis.
Si un
artista neurótico escribe obras basadas en sus neurosis alabando sus actos
neuróticos, pero no mostrándolo como neurosis, sino como algo natural, más
incluso, sobrenatural, propio de dioses, de personas inteligentes, creadoras,
espontáneas, sinceras, entonces, la gente vulgar y corriente se muere de envidia
por poder tener esas “maravillosas” experiencias. -A propósito de Woody Allen - y de Vicki Cristina Barcelona-
Y entonces, dentro de sus posibilidades
escasas trata de imitarlas, trata de reproducir esos comportamientos.
Y lo hace
y se va convirtiendo poco a poco en un personaje como el imitado.
El maestro
neurótico crea escuela, y adictos. Dios y sus acólitos.
La enfermedad se hace
religión. A partir de ahí profesamos la enfermedad. Y se castiga a quien no se
religa. Todos enfermos por decreto.
Lo anormal se convierte en natural. Por
decreto.
Esta es la sociedad en la que vivimos.
Ser enfermo neurótico es
similar a ser imbécil.
Una persona neurótica no sabe
que lo es – lo que hace es como una necesidad básica – no como algo anormal o
raro -
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