El VACÍO en el TAO
Una cosa es el continente y otra el contenido.
El continente son las paredes, el contenido lo que hay dentro de esas paredes.
Imaginemos una vasija. El continente es la forma de la vasija, el contenido es el interior de la vasija.
Imaginemos una casa. El continente son las paredes de la casa, el contenido es lo que hay dentro de la casa.
Lo válido es el interior. La capacidad de contener.
La disponibilidad de dar y de recibir. Si uno está ocupado o lleno no está disponible para el otro. Dar es vaciarse. Para recibir hay que estar vacío.
El continente es la forma, el contenido es el fondo, el volumen.
El continente es lo superficial, lo que se ve, el contenido es el interior, lo que no se ve a simple vista.
El contenido es el vacío, el volumen, lo tridimensional.
Valoramos la superficie, las paredes, lo que se ve a simple vista, por ese motivo lo resaltamos, con adornos, maquillajes, ropas, joyas, gestos grandilocuentes, mientras el contenido, el interior queda desapercibido y es desatendido.
Lo importante es lo que hay dentro, no lo que está en la superficie, la apariencia no tiene nada que ver con lo que encierra.
En el TAO, el vacío adquiere una nueva dimensión.
No es exactamente de qué está lleno, sino de lo que puede contener.
Si el interior está lleno no puede contener nada más que lo que hay.
Pero si está vacío puede contenerlo todo.
Solo podemos llenarnos si estamos vacíos.
Solo podemos acoger y aceptar al otro si estamos vacíos.
El vacío es la capacidad de acoger.
No estar vacíos es estar llenos de cosas que nos impiden acoger.
No podemos acoger si estamos llenos de prejuicios, de esquemas mentales, de arrogancia, de codicia, de necesidades, de compulsiones, de adiciones, de pensamientos hechos, de apariencias, de mostrar poder, de poseer cosas y de poseer personas.
Es necesario quitar de nuestra vida lo innecesario, lo banal, eliminar todo lo que no es esencial –limpiar nuestras mentes y nuestros corazones-, vaciarnos.
No tener la necesidad falsa de hacer o de pensar, de estar ocupados.
El vacío es la apertura, la aceptación. Se relaciona con el desapego, con no tener necesidades impuestas, con no depender de nada ni de nadie.
Tener las manos vacías es tener disponibilidad.
No tener nada “agarrado” que impide dar –no estar cerrados sino estar abiertos-, no tener prejuicios ni esquemas que condiciona el dar, el recibir, el aceptar al otro, estar abiertos a los demás, al mundo, al camino, al día a día.
En el vacío está la utilidad: el cántaro -el vacío se puede llenar, puede servir-, lo que está lleno o hecho no sirve, está sujeto a su función, está restringido.
TAO - treinta radios convergen en el cubo de una rueda / y merced a su vacío / el carro cumple su misión. / modelando la arcilla se hacen las vasijas, / y merced a su vacío, / las vasijas de arcilla cumplen su misión. / horádanse los muros con puertas y ventanas, y merced a su vacío, / la casa cumple su misión. / y así, del ser depende el uso, / y del no-ser, que cumpla su misión. /
Nos movemos en el espacio vacío, allí donde no hay muebles, donde el espacio no está lleno ocupado por otros elementos, luego el vació es lo útil. Te ofrezco mi hueco -vacío- para que te refugies en él, para que entres. Estar vacío es darse. Te puedo abrazar si tengo los brazos abiertos. -FONDO Y FORMA- La forma define el fondo, -la superficie define el interior- la forma en que digo o escribo una cosa define y condiciona lo que digo o escribo / si lo digo serio, convencido, irónico, chistoso, barroco, retorcido, escabroso, mintiendo… todo queda definido en el fondo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario