SECUESTRADO
Encerrado en una habitación,
Secuestrado, preso, amordazado.
No hay nadie que pueda salvarme,
aunque quisiera, no puedo hacer nada.
Los muros son imbatibles.
La puerta está sellada a cal y canto,
contra todo pronóstico y pretensión.
No hay nada que hacer.
La llave está en la cerradura, por dentro,
se puede ver, está al alcance de la mano.
Pero no puedo tocarla.
Me razono con todo detalle lo fácil que es girar la llave y abrir la
puerta,
quedando libre por fin de toda atadura.
Trazo planes, dibujo mapas, todo
está perfectamente claro, no queda ninguna duda, ningún cabo suelto.
La exposición
es perfecta.
Salir es lo más fácil, no se ve impedimento alguno.
Salir es lo más fácil, no se ve impedimento alguno.
Pero ni las razones, ni la lógica, ni la geometría, ni la matemática, ninguna
ciencia sirve para nada.
No es cuestión de trigonometrías.
Es un maleficio, un sortilegio, una maldición ancestral.
No es cuestión de razón sino de corazón.
No es cuestión de inteligencia, ni de recursos, ni de aptitudes, ni de
capacidades.
El lazo es emocional.
Es mi corazón quien está secuestrado.
Es mi corazón quien está secuestrado.
Estoy atado a algo inexplicable que me inmoviliza.
Abrir la puerta no es nada.
Un gesto, un movimiento, una palabra.
Al alcance de todos.
Abrir la puerta es mucho.
Romper las ataduras.
La libertad.
Me encanta.
ResponderEliminarEncarcelada en el cuerpo; Los barrotes de la convivencia
Sólo hallé la libertad en dos sitios: fuera, en la naturaleza. Dentro, en la locura.
Gracias María Durga. No había visto tu comentario hasta ahora. Me gustaría que me lo ampliaras. sobre todo eso que dices de la locura.
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