Un hambre infinita: diálogo entre Amador Fernández-Savater y Santiago Alba Rico -1-
La conversación entre estos autores tuvo lugar el 5 de abril en la librería Polifemo de Madrid, donde trataron la pulsión de devoración que amenaza hoy al planeta e intercambiaron visiones sobre cómo frenarla.
Amador Fernández-Savater y Santiago Alba Rico durante su conversatorio en la librería Polifermo, a 5 de abril de 2024. - MADRID - 22/05/2024 21:15 ACTUALIZADO: 23/05/2024 09:40
AMADOR FERNÁNDEZ-SAVATER / SANTIAGO ALBA RICO
Primera parte de una conversación que tuvo lugar el 5 de abril en la Librería Polifemo de Madrid, un lugar familiar tanto para Santiago como para Amador desde hace ya décadas, su librería de barrio. Un lugar que, contra viento y marea, contra los vientos y las mareas que disuelven todo lo sólido en el aire, todo terrestre entre las nubes, dura y permanece. Se trata del primero de los dos encuentros entre los autores en este espacio.
/ VOY A INTENTAR EXPONER LOS PENSAMIENTOS MÁS INTEREANTES Y SEGUIR ELHILO DE LA CONVRSACIÓN, DANTO MIS OPINIONES AL RESPECTO CUANDO LO CREA CONVENIENTE. MIS INTERVENCIONES ESTARÁN PUESTAS EN ESTÁ LETRA: MAYUSCULA E INCLINADA, PARA DIFERENCIARSE DE LOS COMENTARIOS DE LOS AUTORES PROTAGONISTAS. /
En la conversación se habló, de la pulsión de devoración que amenaza hoy ya al planeta mismo y de cómo frenarla. Tomó como punto de partida una lectura cruzada de los últimos libros de los dos autores: De la moral terrestre entre las nubes, de Santiago (Pepitas de Calabaza, 2023), y Capitalismo libidinal, de Amador (Ned ediciones, 2024).
Amador: En este libro de Santi encuentro que insisten sus obsesiones y problemas más propios. Se va a dialogar en torno la cuestión del hambre. Algo que atraviesa su reflexión desde hace años. Un hambre que no es exactamente el hambre de la necesidad, el hambre física, el hambre de algo en concreto, sino una especie de ansia de devoración que se traga las cosas del mundo: las personas, los vínculos, los procesos, los cuerpos. Que se traga, en definitiva, toda la materialidad terrestre.
/ ANSIA DEVORADORA DE LO MATERIAL Y DE LO PSIQUICO, OPINO. TRADUCIBLE QUIZÁ A QUERER MÁS Y TENER MÁS. Y SI TENER SIMBOLIZA SER, SE ES EN CUANTO SE TIENE, Y SE DESEA, Y SE TIENE NECESIDAD, AUNQUE ESTA NECESIDAD SEA IRREAL, PORQUE NO SON ELEMENTOS NECESARIOS PARA VIVIR, SINO ELEMENTOS AÑADIDOS, ADORNOS, LUJOS, VANALES, INUTILES/
¿De dónde viene?
El otro día aprendí DICE SANTIAGO: el significado de la palabra satisfacción: viene de "satis-facere", un hacer suficiente. Satisfacer, estar satisfecho, tiene que ver con un hacer suficiente. Podríamos decir que un hacer satisfactorio es el que nos colma y nos sacia, es ese hacer a través del cual la vida parece bastarse a sí misma.Hoy, por el contrario, yo diría que la insatisfacción se ha vuelto crónica, masiva y estructural. Nunca es suficiente, siempre estamos en déficit con respecto a algo, inquietos y ansiosos porque la vida parece no bastarse a sí misma. Así se expresa hoy nuestro malestar. El escritor Roland Barthes utilizaba una expresión para referirse a sus estados amorosos que me parece que de alguna manera puede servir para iluminar una condición más general de la existencia hoy: "vivo en el régimen de lo demasiado y de lo nunca bastante", decía. Una especie de péndulo entre lo demasiado y lo nunca bastante. Como nada es nunca bastante, lo que tengo, lo que soy y lo que hago, corro y corro a por más, a por "todo". Pero en esa carrera me agobio, me estreso y me agoto. Es demasiado.
/ CORRO PARA TENERLO TODO, HACERLO TODO, DEVORARLO TODO, VIAJES, FIESTAS, JOLGORIOS… ¿Dónde ESTÁ EL LIMITE? ¿Dónde LA SATISFACIÓN? – Y ME ESTRESA TANTO CORRER, TANTO DESEAR, TANTA NECESIDAD IMPUESTA, QUE ME AGOBIA, ME INQUIETA, ME DESESPERA, ESTOY FUERA DE MI, ALIENDADO POR QUERER MÁS /
Nos movemos empujados entonces por una especie de hambre, que no es hambre de nada, sino una voracidad insaciable y sin fondo, un hambre que no saborea ni paladea cuando come, sólo traga.
/ VIAJAMOS VAMOS A MIL SITIOS, PERO NO LOS SABOREAMOS, NI DISFRUTAMOS – HAY QUE IR POR IR, PORQUE SIENTO ESA NECESIDAD, NO NECESIDAD PROPIA SINO IMPUESTA POR LA FORMA DE VIDA, PORQUE SE HA PUESTO DE MODA, PORQUE SI NO HAGO LO QUE LOS DEMÁS, NO SOY DE SU CATEGORÍA /
Esta hambre tiene que ver para Santi con una confusión antropológica entre las cosas de ver, las cosas de usar y las cosas de mirar. El capitalismo confunde tres tipos de cosas que todas las sociedades han delimitado bien. El capitalismo es esta confusión antropológica. Borra los límites y hace que todas las cosas -también las de usar, también las de mirar- sean cosas de comer, de tragar. Es una religión de lo ilimitado, de lo infinito. Esa religión tiene al menos dos expresiones: en lo macro, la guerra; - en lo micro, el consumo.
La guerra y el consumo
El capitalismo es una creación excepcional en la historia de la humanidad. Por primera vez se establece un sistema que produce... ¡por la producción misma! Que acumula... ¡por la acumulación misma! No tanto para satisfacer necesidades concretas produciendo bienes básicos, eso es secundario y accidental, sino más bien para satisfacer algo que no se puede satisfacer, una lógica de beneficio que no tiene límite, que nunca se sacia, que nunca se colma.
/ NO UN SISTEMA PARA SATISFACER UNA NECESIDAD BÁSICA, SINO PARA PRODUCIR. PRODUCIR COSAS QUE NO SATISFACEN LAS NECESIDADES BÁSICAS. ENTONCES, SERA PARA ACUMULAR O PARA SACAR OTROS BENFICIOS Y GENERANDO A OTROS LA NECESIDAD DE CONSUMIR ESOS PRODUCTOS ACUMULADOS. Y AL CONSUMIR LOS DEMÁS, SE ENRIQUECEN QUIENES PRODUCEN ESAS COSAS. GENERAN ADEMÁS ESCLAVOS QUE PRODUZCAN EN BENFICIO DE UN AMO /
Esta lógica de siempre-más hace del capitalismo un conquistador. El capital necesita siempre forzar un plus, un plus de valor, y para ello ha recurrido históricamente a la violencia: desde la privatización -USURPACIÓN- de los bienes comunes hasta los procesos de extractivismo actuales, pasando por el colonialismo y las guerras de conquista. / VIOLENCIA CONTRA LA TIERRA, Y CONTRA SUS HABITANTES /
El capital razona desde una lógica extraterrestre: la lógica de la mercancía y el valor de cambio, la lógica del beneficio y la ganancia.
/ LOGICA DEL CANCER, DIGO YO, CÉLULAS QUE SE COMEN ASÍ MISMAS, Y A LOS DEMÁS /
Esa lógica extraterrestre choca con la "moral terrestre" defendida por Santi, la moral de los límites y el respeto a la materialidad terrestre, empezando por los cuerpos como materialidad primera.
/ INMORAL PORQUE INTENTA VIVIR MÁS ALLA DE SUS POSIBILIDADES, A COSTA DE LOS DEMÁS, QUITANDOLES LO NECESARIO PARA VVIR. /
Al capital, como decía Marx, le es indiferente producir cañones o mantequilla, porque lo que produce en primer lugar es plusvalor. Lo abstracto somete así, a lo concreto y material.
El tiempo del progreso sólo acumula ruinas, como dijera Walter Benjamin, porque su motor es la guerra. La guerra es el motor del progreso, de este tender la mano apropiadora a por más, a por todo. El tiempo del progreso es un tiempo de eterna insatisfacción. Nunca hay suficiente, nunca hay bastante, nunca podemos parar, como experimentamos recientemente en la pandemia. Hay que reanudar cuanto antes la normalidad, volver a trabajar, a consumir.
¿Es que acaso no hay bienes básicos para todos? Mentira.
/ HAY BIENES BÁSICOS, PERO SE LOS HAN QUITADO A LOS DEMÁS /
Simplemente es que todo el sistema se cae si se detiene.
/ EL SISTEMA SE CAE PORQUE ESTÁ BASADO EN LA EXPLOTACIÓN, Y PARA SEGUIR NECESITA MÁS Y MÁS LA EXPLOTACIÓN – EL CANER NECESITAS MÁS CELULAS, MÁS CUERPO, MÁS ALIMENTO DE FUERA PARA SEGUIR VIVIENDO, LUEGO TAMBIEN ES UN VAMPIRO QUE VIVE DE LA SANGRE DE LOS DEMÁS /
La insatisfacción en la historia se expresa como guerra, la insatisfacción en la vida cotidiana se expresa como consumo. La guerra es el consumo en lo macro, el consumo es la guerra en lo micro.
El sujeto neoliberal
Si sólo fuésemos víctimas de una lógica exterior, la resistencia sería más fácil. Nos enfrentaríamos a algo separado de nosotros que nos agrede desde afuera. El problema es que esa pulsión devoradora del capital pasa adentro. Y entonces todo se complica.
/ EL PENSAR Y HACER DEL CAPITAL PASA A SER NUESTRO. LO INTROYECTAMOS. ASÍ, NUESTRA IDENTIDAD, NUESTRA PERSONALIDAD ES EL CAPITAL, SOMOS EL CAPITALISMO. POR ESA RAZÓN ES MUY DIFICIL DE ANIQUILAR, PORQUE ESTÁ Y VIVE DENTRO DE NOSOTROS. NOS COMPORTAMOS COMO EL CAPITALISMO QUIERE. /
La reflexión de Santi es una exploración sobre la antropología del capital. O, quizá más bien, sobre cómo el capitalismo disuelve aquello que la antropología estudia. Toda consistencia, toda duración, todo arraigo. ¿Hay una antropología capitalista o el capitalismo es la disolución de la antropología? Creo que Santi apuesta más por lo segundo y por eso propone un cierto "conservadurismo en lo antropológico".
El capital disuelve, todo lo que protege la precaria condición humana. El tiempo como duración y el espacio como estabilidad. El relato como sentido y la hospitalidad como valor de acogida del otro. La combinación de mercado y tecnología se instala en cada uno de nosotros y disuelve las consistencias antropológicas "desde dentro".
El capital es profundamente nihilista. Le da lo mismo producir cañones o mantequilla. Y cada uno de nosotros, como sujetos capitalistas, hiperconsumidores, nos volvemos partículas nihilistas también. La hiperactividad es ajena a cada actividad concreta. La hipersexualización es indiferente a cada cuerpo. La hipercomunicación es indiferente a lo que cada vez se pone en común. Lo que importa es tragar, satisfacer lo imposible de satisfacer porque no tiene límite.
/ NO IMPORTA LO QUE SE TRAGUE, LO IMPORTANTE ES TRGAR. CONSUMIR MATERIAS Y CONSUMIR IDEOLOGÍA /
Nada es bastante. Nunca hay tiempo, paz o serenidad. No se trata solamente de un problema objetivo, pensemos en la falta de tiempo, por ejemplo, sino también subjetivo. No hay tiempo desde la impaciencia interna. No hay suficiente desde la pulsión devoradora. Hay escasez desde el hambre infinita.
Nos volvemos insensibles y brutos, intolerantes con respecto a lo que hace obstáculo a esta hambre de conquista, de consumo.
¿Cómo aplacar el hambre? La guerra en lo macro, el consumo en lo micro. Santi repite siempre una fórmula: hay que ser revolucionarios en lo económico, reformistas en lo institucional y conservadores en lo antropológico. La imagen de resistencia antropológica que aparece en muchos de sus escritos es la comensalidad. Comer juntos, comer sentados, comer disfrutando, con tiempo. Comer para no comernos. Para no comérnoslo todo.
En lugar de comernos al otro, de consumirlo, le invitamos a la mesa.
Así hay un encuentro, un intercambio de sabores, una suspensión de diferencias corporales.
El hombre común es un hombre limitado: "come mucho, pero no muchas veces, come sentado, por lo tanto, en un territorio, come en compañía y por tanto en un territorio común".
Si el hambre es solitaria y veloz, un goce privado y acelerado, entonces, la comensalidad es una hermosa imagen de resistencia comunitaria, de detención del tiempo, de acogida de la alteridad, del otro.
Renunciar a comernos el mundo: posdata psicoanalítica
Pensar este hambre desde el psicoanálisis. Ahí también encontramos una cierta explicación de esta pulsión de devoración. ¡Puede ser incluso que la cosa sea más grave de lo que imaginemos y esa pulsión sea inherente al ser humano mismo!
Esquematizando mucho, según Freud, hay una destructividad pulsional.
/ NO CREO EN la IMPULSIDAD BIOLOGICA, SI CREO EN LA SOCIAL QUE MODIFICA Y DEGENERA LO BILOGICO /
La pulsión de muerte. Esa destructividad se vincula de diferentes modos al principio de realidad.
/ ESE PRINCIPIO YA ES SOCIAL, UN PRINCIPIO QUE VA CONTRA LO BIOLOGICO EN CIERTA MANERA – LA REALIDAD ESTÁ ALREDEDOR DE TODOS LOS SERES VIVOS, ANTE LA CUAL HAN DE ADOPTAR FORMULAS DE ENCAJAR Y RESOLVER LOS CONFLICTOS. LA REALIDAD ES ESE ENTORNO. PERO TODO SER VIVO NACE CON HERRAMIENTAS PARA ADPATARSE AL ENTORNO, LUCHAR CONTRA ÉL SI ES AMENAZANTE /
Hacia fuera, como agresividad contra los enemigos de la sociedad que cada una de ellas establece. Hacia dentro, como agresividad vuelta contra el sujeto mismo, vinculada a los mandatos superyoicos: los sentimientos de culpa, de deuda, de autocastigo por no cumplir lo suficiente, lo imposible cumplir.
/ TODO ELLO ES SOCIAL. A VECES COARTANDO LOS IMPULSOS ORIGINALES BIOLOGICOS. =REPRIMIENDOLOS /
¿Podríamos decir que el capitalismo "desata" esta destructividad, la vuelve ilimitada al arruinar todas las consistencias antropológicas que frenaron siempre la agresión generalizada?
Hay una destructividad inherente y un cierto disfrute de esa misma destructividad, parece añadir Lacan. Un goce en la destrucción, una compulsión de repetición indiferente a la vida misma del sujeto y del medio.
/ LA AGRESIVIDAD FORMA PARTE DEL LEGADO BIOLOGICO PARA DEFENDERSE DE UN ATAQUE – LA DESTRUCTIVIDAD ES LA RESPUESTA BIOLOGICA ANTE EL IMPEDIMENTO DE SER UNO MISMO, VUELTO CRONICO, REPRESIVO, VIOLENTO. /
Una noticia terrible que trae el psicoanálisis es que el ser humano no está exactamente en continuidad con lo vivo, con la vida. La destructividad opera contra el propio cuerpo y la moral terrestre. El ser humano es el único animal que se autodestruye, el único animal que goza autodestruyéndose, el único animal cruel.
/ QUE FUERTE, GRANDE, BRUTAL HA DE SER LA VIOLENCIA EXTERIOR PARA QUE UN SER IMPOTENTE ANTE ELLO, SE DESTRUYA A SI MISMO – EN LOS NIÑOS MALTRATADOS PREVIAMENTE LA DESTRUCTIVIDAD HACIA SÍ O HACIA EL OTRO SON LLAMADAS DE ATENCIÓN, PARA QUE LE HAGAN CASO, PIDIENTO AFECTO ANTE TANTA DESOLACIÓN E IMPOTENCIA/
Se pone en peligro, pone en peligro a los otros, pone en peligro su ecosistema de vida.
/ EL CAPITALIMSO ES UN CANCER QUE EN SU AVARICIA DESTRUYE SU ORGANISMO QUE SON LOS DEMAS Y LA TIERRA QUE NOS DA TODOS SUS FRUTOS -QUIERE TENER MÁS Y NO DISTINGUE, NO SABE QUE AL DESTRUIR A LOS DEMÁS SE DESTRUYE A SI MISMO. EL VIEJO REFRAN LA AVARICIA ROMPE EL SACO – EL CAPITALISMO MORIRÁ POR SU AVARICIA Y DESTRUCCION PERO ANTES SE LLEVARA POR DELANTE MUCHOS SERES VIVOS Y LOS FACTORES NATURALES QUE PROPICIAN LA VIDA – ES UNA MUERTE LENTA AGONICA, PERO ES //
Ha inventado armas que pueden arrasar la vida sobre el planeta (al menos la vida humana) no sé cuántas veces. Hay algo excesivo en el cuerpo humano que pone en peligro el cuerpo humano mismo.
/ CONFUNDEN EL CUERPO, LO BIOLOGICO, CON LO SOCIAL, LAS FUERZAS EXTERNAS. /
Entonces, ¿cómo renunciar a esta destructividad que llevamos incorporada?
/ NO LA LLEVAMOS INCORPORADA LA DESRTRUCTIVIDAD. YA LO HE DICHO /
Ha de haber un gesto de renuncia a esa destructividad, para sentarnos a comer juntos. Pero, ¿qué fuerza puede llevarnos a renunciar a esa destrucción que también nos hace gozar? Freud dice: sólo Eros puede sujetar a la pulsión de muerte. Me recuerda mucho a una cita de Borges que viene a decir: sólo el amor nos permite escapar de la repetición.
/ ESTOY DE ACUERDO QUE LA FUERZA CONTRARIA A LA DESRTRUCTIVIDAD ES EL AMOR CON LOS OTROS/
Es decir, renunciamos a comernos el mundo por amor a un fragmento concreto de mundo. Una persona, un recuerdo, un paisaje, algo amado. A través de Eros, a través del amor, podemos experimentar un hacer suficiente. Algo que en sí mismo nos basta.
El amor frena la pulsión / IMPUESTA / de siempre-más, la pulsión devoradora, el hambre insaciable.
/ APARTE Y ADEMÁS DE LUCHAR CONTRA EL CAPITAL, LA FORMA DE LUCHAR ES LA EDUCACIÓN QUE IMPLICA EDUCAR EN EL AMOR, COMPARTIR, ETC. PERO EL CAPITAL LO INUNDA TODO CONVIERTE A LAS PERSONAS EN MERCANCIAS Y EN DESTRUCTORES/
El amor lleva la recompensa en sí mismo, no es medio para otra cosa, no quiere nada más. Nos sacia, nos colma, nos deja satisfechos. Eros no se refiere simplemente a la sexualidad, la desborda, es un vínculo posible con el mundo, con los otros, con uno mismo. Un vínculo sensible, de cuidado, de atención, de agradecimiento, en el tiempo.
El mundo, desde Eros, ya no aparece como algo a devorar, sino como un conjunto de potencias singulares entrelazadas a cuidar, a desplegar, a alimentar. ¿Pueden unirse política y amor? La política es la guerra y Eros se limita en el mejor de los casos a las relaciones con los más cercanos. Pero hay momentos que nos muestran otros posibles, activaciones de la sociedad en el cuidado de la vida: el 15M, el feminismo, el primer momento de la pandemia... Ahí emerge e irrumpe un Eros social, político. ¿Cómo darle espacio y hacer que dure?
Santiago: Amador ha hablado de mi libro, pero también ha estado hablando púdicamente del suyo. Creo que nuestras obras están siempre como a punto de converger. Nos movemos en dos surcos, dos paralelos, tratamos los mismos temas, a veces con desplazamientos conceptuales que son interesantes y sobre los que sin duda se puede debatir (alguno señalaré después).
Sin embargo, creo que hay una convergencia muy grande en un horizonte común que tiene que ver sin duda con el análisis de esta subjetividad capitalista, ahora neoliberal, y la búsqueda de torniquetes que podamos aplicar en esta hemorragia que es nuestra vida. Llamémoslo Eros, llamémoslo amor, llamémoslo atención. Amador coordinó recientemente un libro en el que hay varios textos sobre la atención, en el que yo mismo participé con una contribución.
Creo asimismo que hay un diálogo, recíprocamente apreciativo, en la
cuestión de la escritura. Los dos hacemos una defensa de la belleza formal, del carácter emancipador de la forma. Cuando pensamos en la literatura, en la ficción, solemos creer que hay algo liberador en vehiculares mensajes políticos muy explícitos a través de ellas, pero es exactamente lo contrario.
El poder liberador de la ficción, el poder liberador de la literatura, está más bien en la forma. Amador eso lo piensa con Marcuse y yo por otras vías, pero coincidimos plenamente. Hace poco escribí un texto en este sentido a partir de un cuadro de Carreño de Miranda, La monstrua desnuda: la necesidad, es decir, defender la diferencia entre la ficción y la realidad como gran logro civilizacional, hoy en peligro.
La patológica normalidad del capitalismo
Creo por lo tanto que nuestras obras respectivas están todo el rato a punto de converger a partir de esta exploración de una subjetividad que ya no es solo capitalista, sino neoliberal.
Cuando Aristóteles habla de economía, dice que por un lado está la economía (las reglas de la autosatisfacción doméstica) y por otro lado la crematística. La crematística es una patología de la satisfacción, la riqueza como demanda de más riqueza. La mercancía deja de ser un medio para satisfacer una necesidad vital básica y se convierte en el medio para adquirir más riqueza. Pues bien, esa patología es la normalidad en el capitalismo.
El capitalismo siempre ha modelado subjetividades. Eso no es nuevo. Franz Kafka, en esas maravillosas conversaciones que mantiene con Gustav Janouch al final de su vida, lo resume en esta frase, de una concisión y de una elocuencia definitivas: "el capitalismo es un estado del mundo y un estado del alma". Es una frase que resume muy bien esto que a los dos nos interesa: cómo el capitalismo construye antropológicamente subjetividades disolviendo los vínculos y, por lo tanto, la corporalidad misma.
/ SIEMPRE LA SOCIEDAD EN LA QUE VIVIMOS MODELA LA PSIQUE DE LAS PERSONAS QUE EN ELLA VIVEN –LO HE DICHO MUCHAS VECES: LO SOCIAL MODULA LO BIOLOGICO- EL CAPITALISMO DISPONE DE MÁS MEDIOS PARA DODELAR A LAS PERSONAS, CASI INFINITOS, YA QUE TODA LA CULTURA ESTÁ MEDIATIZADA POR EL CAPITALISMO, SIN DARNOS CUENTA ESTAMOS FORMANDONOS COMO CAPITALISTAS, INCLUSO LOS QUE SE CREEN ANTICAPITALISTAS, PORQUE EL CAPITALISMO NO ES SOLO ECONOMÍA, SINO CREAR MENTES QUE CONSUMAN, QUE SE COMPREN Y SE VENDAN COMO UNA MERCANCÍA. TODO LO QUE HACEMOS Y PENSAMOS ESTÁ MUDULADO POR EL CAPITALISMO: LA CALLE, LA CIUDAD, EL CINE, LA PRENSA, LA TELEVISIÓN, …/
Carlos (Fernández Liria) ha insistido siempre en que uno de los graves errores de cierto marxismo ha sido querer crear un hombre nuevo, un ser humano nuevo. Porque la verdad es que puede decirse que la única instancia social, la única fuerza económica que ha sido capaz de crear un hombre nuevo, un ser humano nuevo, ha sido precisamente el capitalismo, y el capitalismo sobre todo en su variante neoliberal, que es muy reciente.
/ NO ESTOY DE ACUERDO – TODAS LAS SOCIEDADES LO HAN HECHO A SU IMAGENY SEMEJANZA. TODAS LAS SOCIEDADES SE PERPETUAN GENERANDO INDIVIDUOS IGAUALES A SÍ MISMAS /
Para pensar esa variante neoliberal, ambos hemos recurrido a menudo a Pasolini. Al concepto de "mutación antropológica" que formula Pasolini en sus Escritos corsarios y sus Cartas luteranas. Esa mutación antropológica que su muerte prematura le impidió representarse del todo, pero que anticipa con notable acierto. Pero hoy la destrucción que describe Pasolini se ha quedado atrás; nos resulta casi ingenua. Las fuerzas que según él estaban destruyendo la cultura popular y los vínculos -la televisión, el automóvil, el consumo de mercancías- nos pueden parecer hoy la cosa más benigna, más saludable y más antropológicamente cohesiva del mundo.
Las Reglas del caos, un libro que escribí en los años noventa, contenía por ejemplo una crítica feroz de la televisión. Pues bien, a mí hoy la televisión me parece que todavía tenía algo de antropológicamente sano, reemplazaba un poco al fuego del hogar, donde se reunía toda la familia en torno a un relato común.
Hoy con la dispersión, descentralización y privatización de las pantallas, cada uno tiene su propia pantalla en la que, esté donde esté, en el metro, en el autobús, en el tren, en un avión, en la calle, incluso tomándose unas cañas en una terraza, resulta que está en otro sitio, a solas, viendo un meme, siguiendo un capítulo de una serie, etc. La televisión, respecto de esa descentralización de la pantalla, todavía tenía algo de antropológicamente amable. O ambiguamente terrestre.
Lo mismo pasa con el consumo de mercancías. Nos hemos pasado años
haciendo una crítica de los centros comerciales y, hoy que en Estados Unidos se cierran cinco todos los días y casi todo el mundo compra en Amazon, casi echamos de menos esa experiencia que conservaba algo antropológicamente humano. Criticábamos que las familias, en lugar de irse a hacer un picnic al campo, se fuesen a un centro comercial y se pasasen allí todo el fin de semana comiendo hamburguesas y comprando camisetas.
¡Pero al fin y al cabo iba toda la familia! Iban todos juntos, los niños, obviamente de muy mal humor y muy cabreados, pero había todavía algo ahí, algo terrestre, tanto en la televisión como en el centro comercial, respecto de esta descentralización de las pantallas y respecto de este consumo digital. Y todo esto tiene mucho que ver con el hambre, por supuesto.
Atención como espera atenta
Amador dedica muchas páginas de su libro a pensar la cuestión del tiempo y la atención, de la falta de tiempo y de atención hoy en día. Amador defiende la atención como una recuperación del "aquí y ahora" contra la dispersión constante del tiempo.
¿qué sería una vida que merece la pena ser vivida, un tiempo realmente vivido? un tiempo propio, un tiempo expropiado a ese capitalismo que antes nos lo había expropiado a nosotros.
La atención sería reapropiación del presente, del aquí y ahora perdido en el estrés, el trabajo, las nuevas tecnologías.
Pero, ¿no seguiríamos así en una ontología del presente, una ontología del ya? Lo quiero todo ya, quiero comerme la hamburguesa ya, quiero ver la película ya, quiero follar ya.
Parece más bien que la atención es inseparable de la espera, de eso que Simone Weil llamaba, en griego, usando un concepto teológico tomado del cristianismo, la hypomené, la "espera atenta". Poner atención es tener la paciencia de esperar algo; no puede venir todo ya dado de manera inmediata, como la siguiente pestaña de internet, las cosas importantes tardan en llegar y se esperan.
Me apoyaba en Simone Weil para reivindicar la espera frente al ya del "aquí y ahora". Defendía una ontología del aún frente a la ontología del ya. Defendía el "aún no ha llegado", sea el crepúsculo, mi novia Alicia o la revolución. Esa espera es lo que constituye objetos valiosos. Es la atención como espera la que constituye el valor de los cuerpos y de las cosas.
/ creo QUE ESTO TIENE QUE VER CON MINDFULNESS, LA ATENCIÓN Y LA ESPERA. ESTAR ATENTOS, CONCENTRADOS EN LO QUE SE ESTÁ HACIENDO O SIMPLEMNETE ESPERANDO PUEDE SER LA FORMA DE COMBATIR EL CAPITALISMO Y DE SALIRNOS DE SU PSIQUE IMPUESTA /
El neoliberalismo impide esa espera atenta y destruye sus condiciones. Porque la atención no es cosa de voluntad, sino también de deseo y condiciones. Materiales, sociales, tecnológicas. El problema no es que estemos manipulados, como se denuncia habitualmente desde la izquierda; el problema no es que los ciudadanos de las democracias occidentales sean ignorantes o frívolos, sino que no hay condiciones para la atención, para la espera atenta.
/ CLARO, EL CAPITALISMO CREA LAS CONDICONES PARA SER ESTUPIDOS, POBRES, ANSIOSOS, CODICIOSOS, DISPERSOS. /
Las condiciones -tecnológicas, laborales, sociales- del neoliberalismo
empujan a la satisfacción inmediata e imposible, incitan esa hambre
insaciable.
Es una forma de nihilismo. Hay un nihilismo radicalmente humano asociado a la fuga del cuerpo. El problema es que, bajo el capitalismo, esa fuga se ha ido acelerando.
Entre las dos pulsiones que describe Freud, una conservadora y la otra disolvente, siempre hubo un equilibrio, pero después de la Segunda Guerra Mundial, como explica el historiador inglés Hobsbawn, ambas se desengancharon y la pulsión de cambio se impuso sobre la conservadora a una velocidad tremenda, una velocidad inasible para la atención, para el análisis, para la democracia.
¿Una represión bella?
¿Cómo hacemos para detener e invertir esta pulsión de cambio acelerada que se ha emancipado de los cuerpos?
Si aceptamos además las "malas noticias" del psicoanálisis, se que el mal no sólo está inscrito en las relaciones de producción, sino en el propio psiquismo mismo, y que, si hay un malestar en la cultura, la civilización implica la represión.
Hoy hemos pasado, de los mandatos del superyó clásico ("no hagas") a este mandato del neoliberalismo que dice "haz": haz constantemente, haz inmediatamente, no residas jamás en tu cuerpo, alimentando así la rueda de hámster que tú mencionas una y otra vez.
/ EL SUPERYO CAPITALISTA NEOLIBERAL NO ES TANTO REPRIMIR -NO HAGAS- SINO MANDAR HACER, FIESTAS, VIAJES, BARES, ESPECTACULOS -LA FALSA LIBERTAD- HA CONVERTIDO LA REPRESIÓN EN FIESTA OBLIGATORIA, EN DESHINIBIÓN, EN ESPECTACULO, HA ACABADO CON LA INTIMIDAD/
La izquierda se ha vuelto represora, reguladora, normativa, puritana. La izquierda, frente a este dominio del goce, del hambre siempre insatisfecha, propone un ideal militante, una subjetividad ascética muy poco atractiva y que no apetece imitar. La izquierda, frente a este dominio del goce, propone un ideal militante, una subjetividad ascética muy poco atractiva.
/ ES LO QUE DEBERÍA HACERSE, PERO NO ES POPULAR – EXIGE UN SACRIFICIO. SON OTROS VALORES: EL SILENCIO, LA ESCUCHA, LA TRANQUILIDAD/
Y más ahora que hay que trabajar con subjetividades jóvenes construidas en estos marcos de percepción, en estos marcos tecnológicos. ¿Qué respuesta dar ahí? Allí donde el hambre insaciable es la materia aérea de la que partimos, ¿cómo podemos introducir sin represión algunos torniquetes que frenen la sangría, algunos diques de contención, algunas boyas a las que aferrarnos?
¿podemosconseguir que la represión nos parezca bella? Porque quizás ahí esté de alguna manera la respuesta; quizás tenga que ver con otro elemento que tú citas, que es el amor.
/ ESO NO HABÍA QUE VERLO COMO REPRESIÓN SINO COMO OTRA FORMA DE VIDA – LA AUSTERIDAD VOLUNTARIA NO ES REPRESIÓN, EL ASILAMIENTO, LA SOLEDAD TAMPOCO, LA LENTITUD, LA ESPERA, LA OBSERVACIÓN, LA BELLEZA, LA COMPAÑÍA, EL COMPARTIR, EL DAR, LA ATENCIÓN A LOS OTROS, EL CUIDADO -/
El hambre insaciable se aquieta por amor. La cuestión de los límites me parece fundamental: cómo conseguir que nos parezca más bella, más hermosa, la conservación que la destrucción.
EN Capitalismo y nihilismo. Esa fórmula dice: poco es bastante, mucho es ya insuficiente. La fórmula opone lo poco que basta y lo mucho que nunca, por mucho que añadamos, nos va ya a satisfacer.
Entonces, ¿cómo conseguir que esa satisfacción, la satisfacción de lo que es bastante, de lo que es suficiente, nos parezca al mismo tiempo bella?
Cómo hacer, sí, que lo poco sea bello, que lo bastante sea bello. Sólo es posible darla a través de los cuerpos y de Eros, de ese Eros que es forma y belleza y lentitud y atención, como en ese poema de D.H. Lawrence: "el elefante es lento para aparearse". En ese Eros del tiempo interrumpido encontramos a veces suficiente placer como para hacer realidad, al menos por un momento, la demanda que Fausto le hacía a Mefistófeles: "Proporcióname una experiencia de la que yo pueda decir 'detente, oh instante, eres tan hermoso" ---
AMADOR FERNÁNDEZ-SAVATER / SANTIAGO ALBA RICO -2-
Esta es la segunda entrega de la conversación entre Santiago Alba Rico y Amador Fernández-Savater que tuvo lugar el 5 de abril en la Librería Polifemo de Madrid, en torno a la publicación de sus dos últimos libros: De la moral terrestre entre las nubes, de Santiago (Pepitas de Calabaza, 2023) y Capitalismo libidinal, de Amador (Ned ediciones, 2024).
Amador:
¿Qué es el capitalismo libidinal? El libro lleva tres subtítulos a partir de los cuales quizá se puede explicar el tema.
En primer lugar, antropología neoliberal, es decir, la pregunta por el tipo de ser humano que fabrica el neoliberalismo.
El neoliberalismo no son solamente políticas económicas, no son solamente instancias supranacionales de gobierno, sino que también es la fabricación de un tipo de ser humano.
Y si no damos la batalla ahí, el neoliberalismo logra una y otra vez reproducirse, salir de las crisis, 2008, coronavirus, etc.
¿Cómo discutir la configuración neoliberal de lo humano?
En segundo lugar, derechización del malestar, es decir, la pregunta de porqué hoy la extrema derecha es capaz de conectar con el malestar mejor que la izquierda. ¿Por qué Milei es capaz de arrastrar el voto de las clases populares, no solamente de los ricos argentinos, sino también de las personas precarizadas y excluidas por un sistemaque el propio Milei viene a intensificar?
¿En qué tipo de círculo demoníaco estamos?
Por último, políticas del deseo, es decir, la pregunta de si puede existir una política, algún tipo de acción política, que sintonice con el deseo, que active y despliegue el deseo como energía de cambio, de transformación.
Aquí hago una serie de reflexiones a partir de Marcuse, de Lyotard, de Franco Berardi. Y señalo un síntoma que debiera darnos qué pensar: la deserción.
Hoy hay una cierta deserción silenciosa con respecto a esa vida que se ha vuelto mercado.
Un cierto rechazo del trabajo, un alejamiento de los medios de comunicación y la política. Es un síntoma a interrogar.
Santiago: Este aspecto de la deserción es un tema fundamental del libro y una respuesta posible a la pregunta que te hacía sobre cómo liberar el deseo del mercado y su rueda de hámster.
Amador: ¿Qué sería entonces, en resumen, el capitalismo libidinal? Es la vida vuelta mercado, la vida hecha mercado, no ya la vida sometida al mercado, una vida que sufre el mercado como algo exterior, impuesto, alienante, sino una vida que "naturalmente" se despliega como mercado. En nuestros ligues en Tinder, en nuestros viajes por Airbnb y en Uber, en nuestras consultas cotidianas de Google, en nuestra alimentación en Mercadona o Carrefour, en nuestra exhibición en Instagram o Facebook, nuestra vida se despliega como mercado.
La vida hoy se confunde con el mercado, está fundida con él. Frente a esto, la izquierda opone una idea represiva de regulación. La izquierda aparece sólo como un poder reactivo de regulación, de contención, de limitación. A las ciudades se las come el turismo de la vida-mercado y los alcaldes de izquierda ponen una tasa en los hoteles.
Está muy bien, es mejor que nada, seguramente se pueda hacer algo social con ese dinero, pero el punto es que la izquierda ha perdido completamente la iniciativa, la capacidad de ofensiva, de creación de mundo.
El mercado crea mundo, configura nuestras ciudades, nuestros deseos, nuestras imágenes de felicidad. Y la izquierda se coloca en una posición reactiva de mera limitación o contención. Una posición muy antipática, de Pepito Grillo.
Por eso Ayuso gana una y otra vez, porque su idea de libertad arraiga en algo real, en algo concreto, en la materialidad de la vida-mercado.
Poder consumir lo que quieres, coger el coche siempre que quieres, comerte todos los filetes de carne que quieras. Su libertad es la libertad de la vida hecha mercado. Sin embargo, ¿qué es la izquierda? Unos señores que dicen "eso está mal", "eso hay que regularlo".
La izquierda se ha vuelto represiva y la derecha, "libertaria".
La derecha tiene la fuerza afirmativa de construcción de mundo.
La izquierda intenta poner algunos límites y aparece como algo represivo, puritano, coactivo, políticamente correcto.
Me parece que ahí hay un gran problema.
La rabia, la rabia legítima contra un estado de cosas que produce masivamente precariedad, desigualdad y sufrimiento, no tiene resonancia en la izquierda y se escora a derecha.
Llamar la atención sobre la cuestión antropológica, sobre la dimensión antropológica de la política, tiene que ver con esto. ¿Cómo retomar la iniciativa, cómo no quedar encajado en la política de la regulación y la contención, cómo volver a producir mundo? Porque la izquierda, en el siglo XX, fue muy capaz de producir mundo y llevar la iniciativa.
Santiago: ¿Entonces, la deserción?
Amador: La deserción es una manera de señalar un síntoma. Hay una retirada de la vida-mercado a observar, una retirada de esa vida que hace daño. Deserción como desafección, como retirada de afecto. Es, por ejemplo, la llamada Gran Dimisión, toda la gente que intenta trabajar menos, la gente que busca otros lugares para vivir por fuera de las grandes ciudades, la gente que ya no consume noticias, que ya no se interesa por la política. En todos esos gestos hay un indicio de retirada que merece la pena pensarse.
No es una nueva línea política, la deserción. En los años 60, la retirada fue una verdadera ofensiva política, con la contracultura, las comunas, un verdadero éxodo colectivo. Ahora es simplemente un gesto de auto-protección que ni siquiera llega a hacerse colectivo. Pero en todo caso me parece que ahí hay una energía que interrogar. Un desenganche de la rueda infernal de la vida-mercado, del péndulo entre lo demasiado y lo nunca bastante, un síntoma a nivel libidinal, antropológico. El libro trata de llamar la atención sobre ese síntoma.
Crisis de civilización y ambivalencia de la deserción
Santiago: Has planteado muy bien el problema y a continuación has dado esta respuesta que está en tu libro y que, como tú dices, es ambigua. Es ambigua en el sentido de que esa desafección está siendo explotada por la derecha. Vemos hasta qué punto llega se puede llegar por este camino. Pienso, por ejemplo, en el actor Imanol Arias, que él otro día, en declaraciones muy comentadas, hacía exhibición en público de su deserción.
Decía que él ya no leía periódicos ni se fiaba de ningún medio de comunicación. El principio podía ser justo, el resultado catastrófico, pues se traducía en una defensa de los antivacunas y en una crítica a la Agenda 2030.
Así que la cuestión, más allá de si la deserción está siendo explotada por la extrema derecha, es si realmente hay un afuera, un afuera hacia el que desertar.
En la conversación con Jorge Alemán que mantienes en tu libro, él se plantea esta cuestión del afuera, de si existe un lugar donde ya no opere el superyó, donde no haya malestar en la cultura, donde ya no haya pugna entre Eros y Tánatos, etc.
Esta cuestión de la deserción, me parece, se ha planteado siempre que ha habido una crisis de civilización.
Mi impresión es que estamos viviendo hoy una crisis de civilización. Es muy difícil poder afirmar esto desde dentro, no es fácil saber cuándo se acaba algo, o si lo que se está acabando es el gobierno, el verano, tu amor por Marta o el mundo, más difícil aún es reconocer una crisis de civilización.
Porque las muertes de las civilizaciones no son colapsos fulminantes sino procesos de deterioro lentos y largos. Pero me atrevería a firmar que sí, que estamos viviendo un cambio de la civilización.
A lo largo de la historia, en cada crisis civilizacional, todo el mundo se ha planteado la cuestión de la deserción. Pienso en los siglos tres, cuatro y cinco de nuestra era, justo el momento de la larga decadencia del Imperio Romano, cuando, por cierto, la cultura humana ofrece signos de cansancio muy parecidos a los que estamos viviendo hoy: la defensa del vegetarianismo, del veganismo, del animalismo.
Pienso en Porfirio, en Celso, en gnósticos y neoplatónicos, o en los propios cristianos, buscando todos, la verdad lejos de las instituciones.
Los síntomas son parecidos, incluida la fuga: hay, en efecto, mucha gente que huye, mucha gente que huye de las ciudades y que huye precisamente de ciudades en las que se ha impuesto una vida incompatible con la salvación individual, entendida no solamente en términos teológicos o religiosos, sino también en términos antropológicos. La larga decadencia romana se puede describir como un gran movimiento de fuga. / PUEDE HABER UN CAMBIO DE CIVILIZACIÓN, ES VERDAD, PERO COMO TARDA EN CUAJAR 200 O 300 AÑOS, NO LO VAMOS A VIVIR Y NOS PARECE QUE NO HAY NINGUNA SOLUCIÓN. CREO QUE PUEDE LLEGAR ESA SOLUCIÓN O CREO, QUE LA SOLUCIÓN ES LA HECATOMBRE, LA MUERTE DE LA CIVILIZACIÓN /
Ese movimiento o tentación de fuga está también hoy presente. La pregunta entonces es esa: ¿hay un afuera? ¿Hay siquiera una frontera con el mundo bárbaro? Porque también el riesgo es el de acabar, si no idealizando, sí depositando esperanzas en lo que tú has llamado en el libro "los vagabundos" o el "vagabundeo".
Pensemos, por ejemplo, en las personas migrantes, que son nuestros Ulises modernos cuyas aventuras no escribe ningún cronista y que ni siquiera celebramos como grandes aventuras en las que grandes héroes exponen la vida y de cuyas peripecias podrían extraerse lecciones de alguna manera universales.
Me parece que, en contra de los muros y los discursos, ya no existe ni siquiera esa frontera entre civilizados y bárbaros que nos resultaba tan halagüeña y funcional.
La barbarización neoliberal ha disuelto todas las fronteras, como bien lo demuestra, por ejemplo, la impotencia del marco del derecho, cuya fallida internacionalización se traduce en una -digamos- universalización del mal. / SE HAN DISUELTO LAS FRONTERAS PARA LA MERCANTILIZACIÓN Y LA HOMOLOGACIÓN DE LAS PERSONAS, Y SIN EMBARGO, LA EXTREMA DERECHA HABLA SIEMPRE DE FRONTERAS QUE HAY QUE IMPONER PARA QUE NO ENTREN LOS INMIGRANTES. FONTERAS QUE IMPIDAN EL ACCESO A LOS QUE SE CREEN LOS ENEGMIGOS O LOS CHIVOS EXPIATORIOS A QUIENES SE LES ECHA LA CULPA DEL MALESTAR DEL CAPITALISMO/
En un momento dado de tu libro mencionas el debate en torno a los derechos de la naturaleza. ¿Qué significa dar derechos a la naturaleza? Puede que sea necesario, pero hay que recordar que convertir a la naturaleza en un sujeto jurídico es aceptar que ya no tiene ninguna potencia propia, que ya no puede defenderse sola, de manera que nosotros, los seres humanos, desde el Antropoceno, desde la centralidad del Antropoceno, tenemos que tratar también de salvar a la naturaleza. / LA NATURALEZA ANTES SE SALVABA SOLA. PERO HOY LA DESTRUCCIÓN ES TAN GRANDE POR EL ÁNIMO DE LUCRO Y LA AVARICIA, QUE ES NECESARIO PONER LIMITES AHÍ, Y HACER ALGO PARA SALVAR LA NATRUALEZA. ESO PODRÍA SER UNO DE LOS PROPOSITOS DE LA IZQUIERDA, SALVAR LA TIERRA, LA HUMANIDAD, EL AMOR, LOS DERECHOS HUMANOS, LA PAZ, /
No solo a los elefantes, no solamente a los lagartos, no solamente a las diez mil especies que desaparecen todos los años de la faz del planeta, sino los propios ciclos de reproducción de la vida. Suelo decir, mitad en broma, mitad en serio que soy pesimista en público y derrotista en privado. Creo que el derrotismo acelera la destrucción y por eso me lo impido, me reprimo, lo contengo, por así decirlo, en las formas. / QUIZA YO DEBIERA HACER LO MISMO, NO SER DERROTISTA/
Me refiero a la belleza, que se me antoja salvífica en estos momentos,
porque, como bien dices en tu libro, la propia belleza de los procedimientos literarios te permite concebir otro mundo posible deseable: otro mundo posible frente a esta izquierda regañona que durante muchos años ha tenido a gala incluso escribir mal.
Tú, por ejemplo, -permíteme que te lo diga- escribes muy bien. ¿Y eso qué significa? Significa que, cuando no estoy de acuerdo contigo, me digo: bien, esto tendré que discutirlo con Amador porque está tan bien escrito que debe ser también razonable. Probablemente si lo hubieras escrito peor, no me hubiera apetecido discutirlo contigo. Porque está muy bien escrito, me apetece discutir.
Volvamos, en todo caso, a esta cuestión de la fuga: ¿dónde están los afueras? ¿A dónde huir? Mi experiencia, cuando paso una temporada en la casa del pueblo, es que muchos de nuestros pueblos, al menos en Castilla, son solo ya con suburbios de Madrid, que atraen a un número creciente de fugitivos, muchos de los cuales podemos incluir en eso que se ha dado en llamar "neorrurales".
Entre ellos muchos hay antivacunas, negacionistas, conspiracionistas y magufos obsesionados con la décima dimensión y las medusas que flotan en el aire en Estados Unidos, o con los chemtrails y el fin del mundo. Esa gente forma una especie de élite antisistema negra que ni siquiera vota a Vox. No votan. En tu libro te ocupas también de esta abstención endémica que la izquierda es totalmente incapaz de sacudir. Esa gente no vota.
Me ha ocurrido: los ves en el bar y dices, diablos, estos podrían ser amigos míos, por los libros que han leído, por cómo hablan, por la cultura que tienen, incluso por la sensibilidad respecto del otro. Y luego resulta que están todos tratando de salvarse a sí mismos a través de pseudoconocimientos sectarios narcisistas, como decíamos antes que ocurrió durante la decadencia de Roma. Son los nuevos gnósticos.
El gnosticismo, esa doctrina que le cabrea tanto a José Luis Villacañas, es en todo caso la renuncia al mundo. No es irse a un afuera donde nos está esperando el mundo, con sus árboles, su tierra y sus cuerpos, sino la renuncia al mundo y la renuncia al mundo tiene la ventaja de que, al hacerlo, acabas formando parte de una élite también.
Ese afuera está formado por grupos elitistas que consideran gozar de un acceso privilegiado a la verdad, porque la verdad, obviamente, no está ya en los periódicos, en los medios de comunicación, no está en la Sexta ni en El País, pero tampoco está en los libros, y mucho menos en la política compartida, sino en ciertas fuentes teosóficas que les proporcionan una visión de la realidad privilegiada y salvífica que solamente tienen ellos.
Recuerdo la metáfora de la piscina que utilizaban unos "desertores" que conocí de lejos en el pueblo. Gente culta de clase media que en otro tiempo votó quizás a Podemos. Pues bien, hablaban de flag solar, de cargas energéticas, de muertes inducidas desde una novena dimensión. Su conclusión era esta: "nos mantienen vivos como en una piscina, muchos se ahogan mientras que otros, como nosotros, pataleamos, accedemos al verdadero conocimiento y nos salvaremos".
Sus delirios sobre los extraterrestres, Bil Gates o las vacunas eran además inobjetables porque al contrario que la ciencia, que se caracteriza porque siempre tiene dudas y está revisándose constantemente a sí misma, el delirio no tiene fisuras, es de una coherencia absoluta y tiene respuesta para todo.
También ahí hay un malestar, como sugieres. Está por un lado el deseo, en un mundo complejo y anónimo, de formar parte de una élite escogida para la salvación y separada del común de los mortales, condenados a morir porque no saben lo que yo sé.
Está también la negación del azar y de la contingencia, impulso desesperado que
vimos durante la pandemia, que no proporcionó una inesperada y amenazadora experiencia de la contingencia. Nos da mucho miedo la contingencia, casi tanto como el abismo del psiquismo freudiano: este descubrimiento repentino de que nada está en nuestras manos.
Pero necesitamos también, como dices en el libro, un enemigo concreto. Un enemigo que podamos nombrar y al que podamos atribuir la responsabilidad de nuestros males. Es más difícil creer en Dios que en el diablo, porque el diablo explica mejor las cosas. ¿Por qué? Porque la existencia del diablo favorece nuestra autoestima, si alguien nos persigue, ya no nos sentimos completamente perdidos. En el libro te preguntas por qué se vota a la derecha, por qué los más débiles votan a la derecha.
Hablas de un caso concreto, que has tomado de un artículo en Le Monde Diplomatique, el relato de un tipo de izquierdas que siempre ha combatido al Frente Nacional, que cambia de casa y se hace muy amigo de un vecino solidario y cariñoso del que luego descubre que vota a Le Pen. Hay que asumir esto: cualquiera puede hoy votar a la extrema derecha. / CREO QUE QUIEN VOTA A LA DERECHA Y ANTES DECÍA SER DE IZQUIERDAS, ENREALIDAD ES QUE NO SE TIENE NADA CLARO, SU IDENTIDAD NO ESTÁ DEFINIDA, NO CONOCE LA HISTORIA, NO CONCE LO QUE ES SER DE IZQUIERDAS NI DE DERECHAS /
Me temo que ese malestar no se puede ya interpelar desde fuera. Por eso hablo siempre de los bienes pequeños, de los parches y los remiendos. Creo que hoy hay muy pocos "afueras" que explorar, y que de lo que se trata, por muy horrible que nos parezca (y nos lo parece) es de aceptar el campo de batalla: aceptar que los deseos se combaten o se sustituyen en un terreno de juego que no es el que tú y yo habríamos escogido jamás. Pensemos, por ejemplo, en las nuevas tecnologías, de las que es muy difícil retroceder o escapar si se quiere mantener -sin ir más lejos- un diálogo generacional.
Al mismo tiempo, frente a tu reivindicación de la felicidad, me inclino a pensar que ahora mismo es más importante reivindicar el sufrimiento: reivindicar el derecho a sufrimiento. Claro que son importantes esos bienes pequeños que la izquierda trata de establecer desde las instituciones, como los impuestos al turismo o la defensa de la salud mental.
Ahora bien, frente a esta insistencia en el derecho a la salud mental y, por lo tanto, a más recursos económicos y humanos para que la sanidad pública se ocupe del malestar cotidiano, está también la necesidad de recordar que hay procesos (algunos sociales y otros sencillamente vitales) que o son incurables desde la psiquiatría o que -incluso- no se deben curar.
Pensemos en esa represión del luto por parte de la nueva antropología neoliberal, que nos hace responsables, por un lado, de nuestras miserias inducidas y por otro nos impone un imperativo de felicidad constante: no podemos permitirnos ni siquiera estar tristes. El neoliberalismo se acompaña de una psiquiatrización y medicalización permanente de nuestra vida cotidiana, orientada a impedir cualquier situación de luto. / EL NEOLIBERALISMO QUIERE QUE TODO SEA UNA FIESTA, UN ESPECTACULO, POR LO CUAL PROHIBE LA TRISTEZA, Y A QUIEN LA VIVE, SE LE CULPA. PORQUE SINO ES UN PROBLEMA SOCIAL, Y NO, HA DE SER UN PROBLEMA INDICVIDUAL, DE GENTE QUE NO SE ADAPTA, MARGINAL O PROTESTON. QUIEN NO SE ADAPAR, ENFERMA O PROTESTA ES QUE ESTÁ LOCO, Y NECESITA TRATAMIENTO SIQUIATRICO /
Se considera el sufrimiento una enfermedad que hay que tratar. Y no siempre es así. Unas veces es un daño social que solo se puede solucionar colectivamente y otras es una experiencia vital (la de la muerte, por ejemplo) que conviene interiorizar lentamente.
El dolor por la muerte de tu madre no es un dolor psiquiátrico, un luto puede durar un año o no terminar nunca. De hecho, a partir de un cierto momento de tu vida, estás siempre de luto, y a pesar de ello, te levantas y cuidas a los otros y te ríes y te tomas unas cervezas con los amigos. Se puede aliviar, pero no patologizar el sufrimiento. Creo que también la izquierda debería recordar que hay algo valioso en el sufrimiento, que hay algo bello y necesario en el sufrimiento.