FEMENINO Y MASCULINO
Leonardo Boff y Rose M. Mauraro
Recopilación por Joaquín Benito Vallejo
El deseo inmortal
Lo más primario en el animal humano es, su deseo, no su pensamiento. -instinto de placer-
La especie humana siempre está buscando la felicidad.
El deseo es capaz de movilizar el aparato psíquico como un todo.
El pensamiento solamente puede motivarnos, cuando detrás de él hay un deseo mayor.
Toda la historia no es sino la búsqueda inquieta e interminable del placer por medio de objetos sustitutivos.
Los hechos humanos adultos no traen la felicidad porque son incapaces de llenar el vacío dejado por la vivencia de la infancia, de los días más felices antes de la represión.
La ambivalencia de la infancia
La represión es causada por la misma ambivalencia -psíquica- de la infancia. –
-1-Deseo omnipresente y sin límites,
-2-Total dependencia de la voluntad ajena. -El niño es completamente desvalido- El niño se reprime -no expresa sus deseos- para no perder el objeto amado, los padres, que le protegen y le cuidan. -porque teme un castigo, por haber hecho mal a los padres, por estar en contra del deseo de ellos, etc.-
Un deseo indestructible de retorno inconsciente a la infancia, -cuando nada era reprimido- esa fijación es el deseo de redescubrir el cuerpo, -porque el cuerpo y los sentidos es la fuente de placer primigenia-, después de haber construido un alma y de haber sido obligados a trabajar para sobrevivir., el deseo de volver a jugar, es la forma más placentera de actividad humana.
Este deseo no se adapta a la realidad, el displacer, la muerte.
Nuestros deseos son irrealizables, pero el niño los realiza en su imaginación.
El primer pensamiento es mágico, la fantasía, porque a través de ella realiza los deseos. el niño se toma a sí mismo y a su cuerpo como objeto erótico. El Eros es ante todo narcisista. También lo más primigenio: quererse a sí mismo, y desear que todos le quieran. -Si uno es narcisista de adulto, es porque sigue queriendo que los demás le quieran de miles de formas distintas. -Esto se traduce en lo que conocemos como egoísmo, individualismo, etc.- -96-
El Eros busca, más allá de sí, la satisfacción en el otro, en primer lugar, en la madre y después de ella en todas las fuentes arcaicas del placer, sea poseyéndola, sea volviéndose igual a él. -una de las formas de unirse a los padres: ser como ellos, imitándolos en todo-. De esta forma se crea el cuerpo polimórficamente perverso del niño. Este cuerpo está completamente penetrado de gozo y sexualidad. La sexualidad está en todo su cuerpo —el cuerpo que se deleita en todos sus órganos, -y sentidos- el cuerpo que juega—, cuerpo que se autoacepta, que se autodeleita, transbordante de sí hacia todo su mundo.
La neurosis es la desarmonía entre la mente que construye el mundo y el cuerpo que es deseo de placer, por eso la desarmonía entre el instinto de vida y el deseo de morir. -El instinto de muerte viene de la represión. De haber matado sus ansias de placer original, con el castigo, la culpa-.
El dualismo principal es entre los instintos de vida y muerte, entre el placer y el displacer.
El Eros lleva a la fusión y a la unión— y no se concilia con el instinto de muerte, que lleva a la separación, a la autonomía, a la individualidad y, por lo tanto, a la muerte.
Freud da a ese instinto de muerte tres características: tendencia a negar la actividad cuando es necesaria. renunciar a los propios ideales para volver a la paz de situaciones más fáciles -como los seres vivos vuelven al mundo inanimado—. Tendencia a la comodidad y a la mediocridad. Segunda es la compulsión a
la repetición de estos actos destructivos. Aunque sepamos que estamos haciendo algo equivocado o doloroso, seguimos haciéndolo. La tercera es cualquier negatividad, todo tipo de pesimismo, todo deseo de destruir, de negar aquello que se ama o que es placentero, como el sadomasoquismo primitivo.
Toda negación es hija del instinto de muerte.
La compulsión a la repetición fija al individuo en el inconsciente, en las experiencias traumáticas de sufrimiento en la infancia.
La compulsión a la repetición nos arrastra siempre hacia delante en el camino equivocado, buscando la satisfacción en objetos insatisfactorios, -consumo, compras, etc.- no-corpóreos, por ejemplo, en la transformación de la naturaleza.
Por su tendencia a matar o a morir, el ser humano tiene dos caminos a seguir: o defenderse matando a los otros, o matarse a sí mismo para destruirse. -realiza actos de destrucción, masoquistas-. Pero, como es un ser incompleto, la tendencia a matar y a morir tiene también una historia que es la de nuestra misma especie. Y esta tendencia es mucho más intensa en el patriarcado que en cualquier otro periodo histórico.
En todos los organismos, vida y muerte obran en armonía.
El animal que no es reprimido muere cuando tiene que morir y la muerte para él es la finalidad de la vida.
-una persona insatisfecha no desea morir, tiene miedo a la muerte- Para él, ser maduro es todo en un ser satisfecho-. No tiene miedo ni niega la vida peculiar a su especie.
Por la represión, únicamente el humano por ser inacabado es el animal que todavía está buscando la vida peculiar a su especie sin encontrarla.
Por eso entra en conflicto consigo mismo y con los otros. Toda religión no es más que esa dificultad de lidiar con la muerte. Como no es lo suficientemente fuerte para morir, el ser humano inventa para sí una inmortalidad, sea por medio de sus antepasados, sea por una vida inmortal en el cielo.
Del más primitivo al más sofisticado de los modernos, los seres humanos siguen todavía hoy con ese problema.
Hablar de historia es hablar de transformación, de cambio. El animal insatisfecho quiere cambiar, quiere herederos para sentirse inmortal. -poder, dinero- Sólo lo que es pleno no quiere cambiar nada.
Sólo el placer es para siempre.
LAS FASES DE LA LIBIDO: - EL NACIMIENTO DE LO MASCULINO Y DE LO FEMENINO -100-